Personas de confianza de los reyes, que les auxiliaban y ayudaban en el despacho de la correspondencia de los asuntos corrientes. Aparecen en el reinado de los Reyes Católicos, como consejeros íntimos de los mismos, cargo de pura confianza sin jurisdicción personal y directa alguna, pero de influencia decisiva a veces, por el gran favor que gozaban de los monarcas; Carlos I y Felipe II se auxiliaron siempre de uno o varios secretarios. La complicación de la Administración central en la Edad Moderna dio relieve a la figura de los secretarios, configurándose, en la opinión de los autores del siglo XVII, como verdaderos ministros y piezas fundamentales del poder, que, por razón de la división de funciones nacida de su misma naturaleza, no podía ser actuado pro el propio soberano; al secretario le competía, según la teoría formada en esta época, la función ejecutiva o de aplicación de los altos designios correspondientes a la soberanía. Con los Borbones, los secretarios se articularán ya decididamente como secretarios de Estado y Despacho, al frente de una secretaría con una competencia de materias específicamente determinada.