El actual edificio de la catedral de Santiago de Chile se remonta al año 1745 cuando el obispo González Melgarejo encomendó las obras del mismo a Matías Vázquez de Acuña, siguiendo la traza de Pedro Vogl y Juan Hagen. En 1780 los trabajos fueron asumidos por el arquitecto de origen italiano Joaquín Toesca que no pudo ver su finalización. Esta corrió a cargo de Eusebio Chelli. El edificio se enmarca dentro de la corriente neoclásica que Toesca imprimió a otros edificios de la ciudad de Santiago como la Casa de la Moneda y el edificio del Cabildo.