En 1919 se convoca un concurso para la construcción de una sede propia para el Círculo social de Bellas Artes, se proclamará como vencedor al arquitecto Antonio Palacios, aunque tuvo que enfrentarse a varios problemas hasta hacerse con la victoria. Fue descalificado por superar la altura máxima permitida, pero, lejos de aceptar la descalificación volverá a presentar el proyecto en la exposición que se celebraba donde debían exponerse los proyectos semifinalistas. Aquí serán los propios socios del Círculo los que elijan por mayoría su proyecto y por tanto, se le permita la construcción a pesar de no cumplir con todos los requisitos iniciales. Se convierte de este modo en espacio que consiguió romper con la estética mantenida hasta ese momento en todos los espacios de la Gran Vía madrileña y que, a pesar de las oposiciones iniciales, renovó la ciudad y se convirtió en un icono de la capital española.