La rebelión de Nueva España (México) tuvo lugar en 1566, y fue conocida también como la Rebelión del Marqués del Valle por encabezarla Martín Cortés (1532-1589) hijo y heredero del conquistador Hernán Cortés. Aunque Martín había regresado de España a penas cuatro años antes con parte de su familia, los criollos lo consideraban su líder natural. El origen del alzamiento se halló en el agravio con que se consideraban tratados los descendientes de los conquistadores en las Leyes Nuevas de 1542, en particular en la limitación de sus derechos de sucesión en las encomiendas. La rebelión fue frustrada antes de llegar a su término: el 16 de julio fueron detenidos el Marqués del Valle y sus hermanastros Martín Cortés el Mestizo y Luis Cortés Altamirano, como cabezas de una sublevación que pretendía en último término la independencia del Virreinato estableciendo una monarquía hereditaria en la persona de Martín Cortés. Todos los encausados, muchos de ellos conquistadores o descendientes directos de los conquistadores de México, fueron acusados de traición, entre ellos: Alonso y Gil González Dávila, Luis de Castilla, Juan Gutiérrez Altamirano, Antonio de Carvajal y Luis Ponce de León. Aunque se dictaron condenas a muerte, el nuevo virrey Gastón de Peralta salvó de ser ejecutada a toda la familia de Cortés. Fueron enviados a la Península y procesados en el Consejo de Indias en 1567. Se conoce como la primera rebelión criolla que puso verdaderamente a prueba la solidez de las instituciones virreinales.