El rey Alfonso XIII puso en marcha en el Palacio Real la Oficina de la Guerra Europea en el marco de la I Guerra Mundial. Se trató de un servicio creado en el seno de la Secretaría Particular de Su Majestad, de forma independiente al Gobierno, dada la neutralidad española en el conflicto. Se dedicó a desarrollar labores humanitarias y sus funciones básicas fueron el auxilio informativo a las familias de los países en lucha; la vigilancia sobre los campos de prisioneros, fortalezas y sanatorios en los Imperios Centrales y el Servicio de Canje de Prisioneros y Repatriación de heridos. La Oficina atendió más de 200.000 solicitudes que llegaron procedentes de todo el mundo pidiendo todo tipo de ayuda: información sobre desaparecidos, mejoras en los campos de prisioneros, canje y repatriación de heridos y enfermos, peticiones de indultos, etc. Inicialmente, las cartas fueron despachadas por Emilio María de Torres, Secretario Particular del rey Alfonso XIII. Sin embargo, pronto colapsaron la Secretaría y se tuvo que ampliar la plantilla y la sede llegando a estar formada por un secretario, tres diplomáticos auxiliares y casi cuarenta funcionarios. Se elaboraron ficheros, con centenares de miles de nombres indexados, sobre los que se clavaban banderas que representaban a las naciones beligerantes.

Toda la documentación generada por la Oficina de la Guerra Europea junto con los ficheros se custodia en el Archivo General de Palacio, ubicado en el Palacio Real de Madrid.