Escultura de Julio González realizada en hierro viejo con apariencia de madera. Formó parte de la muestra de arte del pabellón español en la Exposición Internacional de París de 1937; estuvo colocada junto a la escalinata de entrada al pabellón. Representa a una campesina catalana con una hoz en su mano derecha en alusión a las luchas obreras, mientras que en su brazo izquierdo sostiene a un niño, símbolo de las víctimas inocentes de la guerra civil, pero también del futuro de la República Española.