Con el objeto de mejorar la técnica y productividad minera novohispana, en 1774, el abogado de la Real Audiencia de México, Joaquín Velázquez Cárdenas de León y el regidor Juan Lucas de Lassaga, propusieron la implementación de una serie de reformas jurídico- económicas, así como la creación de una serie de instituciones que ayudaran en todo este proceso. Así, se pretendía crear un Banco de Avíos, un Tribunal de Minería y un Colegio o Seminario Metálico en Ciudad de México. Sólo salió adelante el tribunal que se fundó en 1777. En 1786 Fausto de Elhuyar Lubice fue nombrado director del Tribunal y fue él quien culminó el proyecto de fundación de un Colegio que cristalizó en 1792. La inauguración del Real Seminario de Minería de México se produjo el 2 de enero de 1792 y tenía como propósito principal, la formación de los peritos facultativos en minas y beneficiadores de metales. La formación se estructuraba en torno a cuatro materias fundamentales: Matemáticas, Física, Mineralogía y Química. Elhuyar apostó por profesores de origen europeo en detrimento de los expertos novohispanos, lo que causó no poca controversia. Los primeros catedráticos fueron Andrés José Rodríguez (matemáticas), Antonio Bataller (física), Andrés Manuel del Río (mineralogía) y Luis Lindner (química). No obstante, poco a poco, y a través de la figura de ayudantes de clase, fueron los propios egresados del Seminario los que fueron asumiendo la labor docente en el mismo.

Durante su visita a México en 1803, Alexander von Humboldt, entró en contacto con el Colegio de Minería, asistiendo a sus clases y actos públicos y recibió la ayuda y colaboración de alguno de sus miembros y catedráticos para analizar datos y realizar ensayos químicos con las muestras que había recogido en sus exploraciones.

El Real Seminario de Minería de México fue el precursor del Colegio Nacional de Minería y de la actual Escuela Nacional de Ingenieros de Minas.