Durante el reinado de Carlos III, en 1780, se proyectó la construcción de una Real Fábrica de aguardientes y naipes en Madrid. La Real Hacienda adquirió para ello en 1781 unos terrenos situados en la actual calle de Embajadores que pertenecían a la Congregación de clérigos seglares de San Cayetano. En 1790 comenzaron las obras de construcción de un edificio que debía estar destinado a la fábrica de aguardientes, barajas, papel sellado y depósito de efectos plomizos. En 1792 se puso en funcionamiento una fábrica que no tuvo una larga vida ya que, durante el reinado de José Bonaparte, al ser liberalizado el monopolio de naipes se destinó a otros fines. En concreto a la fabricación de cigarros y rapé.

La Real Fábrica de Naipes estuvo dirigida por Félix Solesio, de origen genovés, que también fue asentista de la Fábrica de Naipes de Macharaviaya (Málaga) y la Fábrica de Papel de San Fernando.