Misión llevada a cabo por los jesuitas en Casanare (Colombia).

La región de los Llanos de Casanare estaba compuesta por grandes llanuras entre los ríos Meta, Arauca y Orinoco, habitadas por multitud de tribus. En este territorio estuvieron presentes varias órdenes religiosas: capuchinos, franciscanos y jesuitas. En la misión llevada a cabo por estos últimos se distinguen claramente dos etapas: la primera, con una duración de tres años, tuvo lugar entre 1625 y 1628; la segunda y más estable, comenzó en 1662 y duró hasta la expulsión de los jesuitas en 1767.

En 1625 el arzobispo de Bogotá ofreció a los jesuitas que participaran en las tareas de evangelización de esa zona ante la insuficiencia de personal para llevar a cabo dicha tarea. Para ello fueron destinados cinco sacerdotes jesuitas: Diego de Molina, José Dadey, Miguel Jerónimo de Tabora, Domingo de Acuña y Juan de Tobalina. En 1627, la llegada del nuevo arzobispo de Bogotá, Julián Cortázar, supuso el fin de la misión jesuita al volver a encargarse de ella la archidiócesis de Bogotá, finalizando así la primera etapa.

En 1659, el nuevo provincial, Hernando de Cavero, restauró las misiones de los Llanos de Casanare, siendo aprobada tanto por autoridades eclesiásticas como civiles. La misión continuó y en 1676 los jesuitas tenían nueve misiones y comenzaba a coger fuerza la nueva en el Orinoco.

En 1720 fue enviado a las Misiones de Los Llanos el Padre Jesuita Juan Rivero, quien llegó en diciembre de ese año a Casanare y trabajó en la región hasta su muerte el 15 de agosto de 1736.

El número creció en el siglo XVIII, donde un informe fechado de 1758, señalaba que los jesuitas tenían en la región de Los Llanos nueve pueblos y seis en el Orinoco. En 1767 tuvieron que abandonar esta tarea debido al decreto de expulsión de los Jesuitas.

Expulsión de los jesuitas, 1767

Fecha del evento: 1767-04-02