Dramaturgo, exiliado español.

Trabajó con el seudónimo de Alejandro Rodríguez Álvarez. En el momento en el que se proclamó la Segunda República, Casona trabajaba como inspector de Primera Enseñanza en Cangas de Narcea (Asturias), aunque en diciembre del mismo 1931 logró una plaza en la Inspección de Madrid. Dirigió el Teatro del Pueblo del Patronato de las Misiones Pedagógicas, el cual se desplazó hasta 1936 por más de trescientos pueblos en provincias como Madrid, Guadalajara, Ávila, Segovia. Realizó dos piezas en un acto para este teatro: Entremés del mancebo que casó con mujer brava y Sancho Panza en la ínsula. Entre los escritos publicados con anterioridad a las Misiones, destacaron sus poemarios: El peregrino de la barba florida y la flauta del sapo y su primera obra de teatro estrenada El crimen de Lord Arturo. En la etapa republicana escribió por ejemplo Flor de leyenda en 1932, que fue galardonada con el Premio Nacional de Literatura en 1932; La sirena varada, con la que obtuvo el premio Lope de Vega del Ayuntamiento de Madrid en 1933; El misterio del María Celeste; Otra vez el diablo, Nuestra Natacha. Esta última adquirió una gran notoriedad en la época, estrenándose en Madrid el 6 de febrero de 1936 por Manuel Collado. Con el estallido de la guerra civil, Casona tuvo que salir de manera inmediata de Asturias tras un banquete con el que festejaba el éxito del estreno de Nuestra Natacha en León el 16 de julio de 1936. De esta manera logró salvar la vida a diferencia de todos los republicanos que participaron en esta fiesta, ya que tras el golpe de estado del 18 de julio fueron todos ellos asesinados. Tras pasar por Francia y Barcelona, volvió a Madrid y posteriormente sería evacuado a Valencia. Sin embargo se trasladó nuevamente a Francia con el objetivo de lograr que a través de la Cruz Roja, su mujer Rosalía y su hija Marta, pudieran abandonar el país, ya que el pueblo donde residían, acababa de ser tomado por las tropas franquistas. En marzo de 1937 terminó exiliándose hasta México, embarcándose en el Cherburgo tras aceptar una oferta de la compañía de Pepita Díaz de Artigas para en un principio realizar una gira por América como director artístico. De esta forma durante dos años visitó una gran cantidad de países de Latinoamérica, aunque ya desde 1939 había fijado su residencia en Buenos Aires, donde permaneció tras su gira hasta su vuelta a España. Trabajó en diversos empleos durante su estancia en dicha ciudad. Dentro del ámbito cultural además de teatro, también fue guionista de cine y adaptó varias de sus obras y las de otros autores a la gran pantalla. Destacó a su vez sus trabajos en la radio, además de sus conferencias literarias, sus traducciones del francés o del inglés con la ayuda de su hija Marta o sus escritos para periódicos y revistas de diversos países. Estos últimos los encontramos por ejemplo en El Universal de Caracas; Patria y Nuestra España de La Habana; Revista de las Indias de Bogotá o Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura de París. En Buenos Aires publicó la mayor parte de sus obras teatrales, como por ejemplo: La dama de alba, La barca sin pescador, Los árboles mueren de pie o La casa de los siete balcones. En 1962 volvió a España al estar enfermo del corazón y se asentó de manera definitiva en Madrid a partir de 1963. Sus obras de teatro se han traducido y representado en una gran cantidad de países. Fue galardonado con diversos premios, como por ejemplo el "Premio Nacional de Literatura" en 1932 gracias a su obra Flor de Leyendas; el "Argentores" de la Sociedad General de Autores de Argentina en 1957 por La casa de los siete balcones; el "María Rolland" del Montepío de Actores Españoles gracias a Los árboles mueren de pie; el premio "Crítica" de 1963 gracias a La barca sin pescador; el "José Zorrilla" de Valladolid en 1964 por La casa de los siete balcones y la "Medalla de Oro" también de Valladolid. A su vez La Nueva España de Oviedo le nombró el "Asturiano del Año 1964" y en 1965 logró el premio "Leopoldo Cano" de Valladolid por El caballero de las espuelas de oro.