Comerciante y coleccionista. Es hijo de Giovanni della Croce Bernardotte (militar genovés al servicio de la Corona de España) y de Silveria Bahamonde y Herrera (chilena). Es el séptimo de quince hermanos, doce de los cuales llegan a la edad adulta, y todos castellanizan el apellido paterno por De la Cruz. Los padres fallecen en 1765 y 1768 respectivamente, y él asiste al colegio que la Compañía de Jesús tiene en su pueblo natal, San Agustín de Talca. Inicia la carrera militar pero pronto la cambia para dedicarse a los negocios: se traslada a Santiago y junto con su hermano Juan Manuel firma un convenio para comerciar en dos sedes, Santiago de Chile y Cádiz.

En 1810 se casa con Joaquina Ximénez de Velasco y Boneo, y tienen una hija, también llamada Joaquina, que nace en el año 1811, el mismo en que la Regencia le concede a Cruz el título de conde de Maule. En 1814 regala a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando un ejemplar de su obra Viaje por España, Francia e Italia y al tiempo pide que se le nombre académico de honor.

Para la historia de Chile, el hecho que más le repercute es su amistad desde joven con Ambrosio O'Higgins, el irlandés afincado en América del Sur al servicio de la Corona de España que llega a ser virrey del Perú, marqués de Osorno y barón de Ballenar; y Maule se convierte en su agente en España. Esta amistad desemboca en que O'Higgins le encarga la custodia y educación de su hijo natural Bernardo Riquelme, que se convierte con el tiempo en uno de los padres de la independencia de Chile y que cambió su apellido materno por el de O'Higgins.

También es mecenas en Cádiz y provincia: contribuye a la construcción de la iglesia del Rosario y San José de Cádiz; costea la cúpula de la iglesia de san Juan Bautista de Chiclana de la Frontera así como el altar mayor de la de Santa Rosa; reedifica la iglesia de San Francisco de Paula de El Puerto de Santa María; impulsa la Escuela de Nobles Artes de Cádiz pero fracasa en su intención de convertirla en Academia Nacional bajo la denominación de Real Academia Herculana de Cádiz, siendo uno de sus consiliarios.

También traduce y costea publicaciones. Al final de su vida se dedica a la política, pues se presenta de diputado a Cortes durante el Trienio Liberal, situación que aprovecha para favorecer la vuelta a España de sus amigos jesuitas expulsados. Fallece en Cádiz a los setenta y un años de edad. Su nieto, Joaquín Aymerich y de la Cruz, vende toda la hacienda familiar, casa, biblioteca y colección de pinturas. Poseía un gran colección de cuadros de grandes maestros como Rembrandt, Caravaggio, Teniers o Van Loo.