Marino, Diplomático y Político. De familia del linaje de Eguiluz, originario de Ayala de Amurrio (Álava), del lugar de Luyando del que tomó el nombre. Su padre, Ruperto de Vicente Luyando, abogado, era oidor de la Audiencia de Guadalajara. Allí casó con María Díez Pueyo de Urries, hija del regente de la Audiencia de Santo Domingo, Andrés de Pueyo y Urries.

El 10 de diciembre de 1788, José Luyando Díez ingresó en la Armada de guardia marina; en 1790 alcanzó el grado de oficial y el 8 de diciembre de 1804, el de teniente de navío. Prestó sus servicios en el mar, navegando por Europa y América, y en arsenales. Practicó el corso en el Mediterráneo hasta 1801 en que pasó a Madrid como ayudante de la Mayoría General de la Armada para el Negociado de Montes. En 1805 se le destinó a la Dirección de Hidrografía; dos años más tarde (el 28 de marzo de 1807) era oficial de la Secretaría del Almirantazgo y oficial de la Secretaría del Despacho de Marina en 1809, y capitán de fragata el 11 de febrero de 1810. Se le confirió una comisión de servicio en Nueva España (1810-1811), y fue nombrado secretario del Consejo de Estado en 1811.

Fue primer secretario de Estado, con Fernando VII, del 2 de diciembre de 1813 al 4 de mayo de 1814, sustituyéndole en el cargo el II duque de San Carlos, José Miguel de Carvajal-Vargas Manrique de Lara. José Luyando fue cónsul general y encargado de Negocios en Marruecos, con residencia en Tánger (1815-1820); durante su estancia en esta ciudad, se le encargó el reconocimiento y rectificación de algunos puntos del estrecho de Gibraltar. Al cesar, volvió a asumir la secretaría del Consejo de Estado, ocupando después plaza de Consejero de Estado. Asumió nuevamente el cargo de primer secretario de Estado con la presidencia del Consejo de Ministros (del 6 de septiembre al 1 de octubre de 1823). Se apartó definitivamente de la política por el revés que supuso para él que Fernando VII declarara nulo el decreto que Luyando presentó para su firma por el que se garantizaban las libertades constitucionales y se prometía respetar a todos los liberales.

Después, trabajó en el Observatorio de San Fernando y se trasladó a Italia tras obtener licencia para pasar a Roma en 1833, ciudad en la que murió dos años más tarde.