Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Inspector general de Obras Públicas de Puerto Rico y director de las obras del puerto de Bilbao. Hijo menor del matrimonio entre José de Churruca y Ecenarro, diputado a Cortes por Vergara, senador vitalicio y regente de la Audiencia de Zaragoza, y María del Carmen Brunet y Fernández de Arroyave. Estudió sus primeras letras en Motrico. En 1852 continuó su formación en el Real Seminario de Bergara. En 1857 ingresó en la Escuela de Ingenieros, Caminos, Canales y Puertos y culminó sus estudios en 1863. En este mismo año se desplazó a Murcia para realizar las prácticas reglamentarias. En noviembre fue nombrado ingeniero segundo. En 1865 fue destinado a Valencia, donde permaneció hasta mayo de 1866. El año anterior había ascendido a ingeniero primero por antigüedad. Su siguiente destino le llevó a Vizcaya.

En enero de 1867 llegó a Puerto Rico donde permaneció seis años, primero como ingeniero jefe del distrito oriental y, a partir de 1870, como inspector general de Obras Públicas. Durante esos años estuvo a cargo de la instalación de la red de telégrafos y llevó a cabo un estudio para mejorar el puerto de San Juan. Construyó numerosos edificios públicos y civiles y canalizó los ríos Bucaná y Jocaguas. Posteriormente solicitó al Gobierno el traslado a la Península. Antes de regresar viajó a Cuba y a los Estados Unidos. Volvió a Europa y, en diciembre de 1874, fue destinado a la Secretaría de la Junta Consultiva de Caminos, Canales y Puertos, donde estuvo al frente de la Sección de Carreteras y Ferrocarriles.

En 1877 fue nombrado director facultativo de las obras del puerto de Bilbao. Durante 30 años se ocupó primero de la navegabilidad de la ría y posteriormente del puerto exterior, lo que supuso el impulso definitivo del puerto para adecuarlo a la potencia industrial vizcaína. En octubre de 1901 fue ascendido a inspector general de primera clase, dada su antigüedad y en 1908 se retiró de su cargo ya que se acercaba a la edad fijada para la jubilación forzosa.

Tanto la Corte como las autoridades locales reconocieron sus méritos en numerosas ocasiones. Durante su destino en Ultramar, el Gobierno de España le había concedido la encomienda de Isabel la Católica en agradecimiento por su labor en la isla. En 1880 le otorgó la Cruz de Carlos III, y siete años más tarde la Encomienda ordinaria de Isabel la Católica. La misma reina regente, María Cristina, le entregó personalmente la Gran Cruz de Isabel la Católica, también en 1887, en el último bloque del muelle de Portugalete. En 1902 recibió la legión de honor del Gobierno francés. Los honores culminaron en 1908 con la concesión del título de conde de Motrico.