Las conocidas como Constituciones de Anderson de 1723, el texto fundacional de la masonería moderna, establecía que la pertenencia a la masonería estaba reservada a los hombres libres y mayores de edad, lo que implicaba la exclusión de las mujeres por dos motivos: el primero, por razón de su género, y el segundo por su condición jurídica, pues es bien sabido que en aquella época una mujer se encontraba siempre bajo la tutela legal de un varón, ya fuese su padre, su marido u otro familiar, estaba privada de una gran parte de los derechos civiles y tenía limitado el ejercicio de otros muchos. A diferencia de los varones, las mujeres carecían de personalidad y capacidad jurídica plenas, de modo que no podían realizar multitud de actos jurídicos sin el consentimiento previo del familiar varón bajo cuya autoridad se encontraban. Esta circunstancia es la que hacía que, a ojos de la masonería, las mujeres fueran consideradas no del todo libres.

No obstante, desde mediados del siglo XVIII en Francia empezaron a crearse algunas sociedades secretas similares a las logias masónicas formadas por mujeres y otras de carácter mixto, y hacia 1760 algunas logias regulares empezaron a admitir en ellas a mujeres a título honorífico.

En 1773 se fundó el Gran Oriente de Francia, que, aunque también se regía por las Constituciones de Anderson, decidió crear al año siguiente un rito propio para las logias femeninas, el llamado rito de adopción. A partir de entonces otras muchas obediencias masónicas en todo el mundo optaron por crear logias de adopción.

El nacimiento del rito de adopción fue una manera de dar participación a las mujeres en la masonería manteniendo al mismo tiempo la exclusión establecida por las Constituciones de Anderson, pues pertenecer a una logia de adopción no implicaba la pertenencia plena a la masonería. El propio nombre que se le dio a estas logias significa que en realidad éstas eran "adoptadas" por logias masculinas, pues se creaban con la autorización de un taller regular del que dependían, bajo cuya tutela y protección se encontraban en todo momento, y que supervisaba todas sus actividades. De hecho, el presidente de la logia de adopción, el Venerable Maestro, era siempre un varón, miembro de la logia matriz. Las logias de adopción son, pues, un reflejo de la propia situación jurídica de la mujer en aquella época.

No obstante, a medida que avanzó la emancipación progresiva de las mujeres y éstas fueron adquiriendo más derechos civiles, también las logias de adopción fueron ganando autonomía en relación con las logias masculinas hasta conseguir en la práctica una independencia plena.

La masonería de adopción empezó a decaer cuando desde finales del siglo XIX surgieron las primeras obediencias masónicas mixtas y cuando posteriormente se crearon obediencias exclusivamente femeninas. Sin embargo, las logias de adopción subsisten todavía hoy en aquellas obediencias cuya regularidad es reconocida por la Gran Logia Unida de Inglaterra, que se siguen rigiendo por los antiguos límites (landmarks) de las Constituciones de Anderson.