Siguiendo el mito de la Virgen encontrada se fundó un monasterio de la orden de los basilios en el siglo XVI junto al municipio de Posadas, en la provincia de Córdoba.

Se había aparecido la imagen en una finca que pertenecía a un matrimonio vecino de la villa, Gerónimo García de las Roelas y María de Armenta. Los dos eran devotos de San Basilio por lo que hicieron donación de la finca de El Torilejo además de ser los patronos del monasterio que se propusieron fundar.

De este modo se instala una comunidad de monjes basilios en las cercanías del pueblo de Posadas.

Un siglo después, según diversas fuentes en torno al año 1642, y sin que se conozcan los motivos, la orden se traslada del monasterio a un convento dentro del municipio. Conservan la advocación de Nuestra Señora de Gracia y levantan una iglesia que se terminaría ya en 1705.

Durante el tiempo que habitaron en Posadas la comunidad religiosa se dedicó a la oración practicando la vida contemplativa pero, además, obtuvieron gran fama como estudiosos de letras, latín y filosofía.

Monjes de la orden de diferentes conventos residieron y se formaron en este convento que vivía holgadamente gracias a las fincas que poseían y gestionaban.

A los cultos que celebraban en la iglesia acudían tanto vecinos del municipio de origen sencillo, como personalidades de relevancia en la Diócesis de Córdoba y en su gobierno. El propio rey Felipe II llegó a visitar el convento al regresar de su visita al Monasterio de San Basilio de Hornachuelos.

Con esta fama el convento llegó a albergar hasta a 24 frailes en 1750.

Medio siglo después comenzaría la decadencia de la casa. Llegó la invasión de las tropas francesas durante la Guerra de Independencia provocando grandes pérdidas y daños en el edificio y su patrimonio.

El propio Abad del convento redactó un memorial en el que informaba del estado en que había quedado el conjunto: las fincas abandonadas, todos los bienes del convento destruidos, desde los muebles hasta los útiles de la misa.

Solicitaban permiso para poder vender algunas propiedades y recomponer la vida en el convento en que ya sólo quedaban doce frailes.

Esa era la intención de la comunidad de religiosos hasta que llegó el año 1835. Los decretos de exclaustración de Mendizabal les obligarían a abandonar estos planes y la propia casa.

Perdieron todos sus bienes: las tierras de labor, olivares y un molino de aceite, casa en Écija, huertos y hasta un mesón.

En octubre del mismo año de 1835 abandonaron definitivamente el convento y sus miembros se dispersaron al desaparecer la orden.

Del edificio se haría cargo el Patrimonio de Bienes Nacionales que lo cedió al Ayuntamiento de Posadas. Desde entonces ha pasado por diversos usos como almacén de víveres durante la Guerra Civil, plaza de toros, cine, molino de aceite o escuela.

Finalmente, en 1981, el edificio fue demolido para utilizar el solar y construir viviendas.

Del antiguo convento únicamente se conserva una portada lateral de la iglesia que es una de las entradas a la zona residencial actual.