Aunque se desconoce la fecha de fundación real del monasterio si existe constancia documental de que en 1279 ya habitaba la casa una comunidad de religiosas.

Se trataba de una carta del aún infante Sancho, futuro rey Sancho IV, en la que tomaba bajo su proteccion a las monjas del monasterio. Existen, asimismo, escritos de su hijo el rey Fernando IV y de su nieto Alfonso XI en los que se reafirma la protección ejercida sobre el monasterio asi como prevendas y exenciones de las que disfrutaron.

Queda claro que el primer asentamiento fue extramuros de la villa de Alba de Tormes. Residieron allí hasta el siglo XVIII. Llegó un momento en el que las monjas benedictinas debían decidir si invertían en algunas reparaciones que la casa necesitaba o si se trasladaban al interior del pueblo como llevaban intentando ya algunos años. De este modo, en 1769 se instalan dentro del municipio en la misma residencia que ocupan en la actualidad.

Se preocuparon por llevarse consigo algunas de sus posesiones y bienes desde el antiguo monasterio hasta el nuevo convento. Destaca en este sentido el traslado íntegro que se hizo de la fachada de la iglesia instalándola piedra por piedra en la nueva ubicación.

A partir e ese momento la comunidad ha vivido dentro de Alba de Tormes contando entre su comunidad con algunas religiosas del entorno de la propia Teresa de Jesús, su propia sobrina, por ejemplo, Renovadora de la orden de las carmelitas, fundaría un convento en el mismo pueblo en el que esta enterrada y en el cada año se muestra su cuerpo incorrupto. Dentro de la importancia de esta orden en Alba de Tormes las monjas benedictinas han sabido resistir al tiempo.

Ya en el siglo XIX comienza el periódo mas duro en la vida del convento. Sufrieron daños durante la ocupación de las tropas francesas en la Guerra de Independencia que pudieron solventar hasta que, de nuevo, se vieron amenazadas por los decretos de exclaustración de Mendizabal. En 1835 comienza la desamortización y para las benedictinas supone problemas económicos, como la pérdida de las aportaciones económicas que recibían del Ducado de Alba. Pasados los años y tras salvar los diferentes conflictos legales que todas estas circunstancias generaron, consiguen permanecer en el convento y recuperar algunas prevendas.

Permanecen en calma hasta ya entrado el siglo XX. Durante la Guerra Civil, concretamente en 1937, el pueblo de Alba de Tormes es bombardeado por ser un lugar estratégico cerca de Salamanca. Varios edificios del pueblo resultadon dañados, entre ellos el propio convento.

Lograron salvar nuevamente este revés y desde entonces ha permanecido estable la comunidad de religiosas benedictinas.

Perduran en la actualidad gracias tanto a sus trabajos de encuadernación en la imprenta que tienen dentro de la casa como a través de la elaboración de dulces que ellas mismas venden.