En la calle de San Pedro, una de las más antiguas de la ciudad de Cuenca se localizaba el primero de los colegios jesuitas en fundarse en la ciudad. En 1554, en una casa donada por el canónigo don Pedro del Pozo, situada en la calle citada, se instalan los primeros jesuitas. Para adecuar esta casa a las necesidades de sus nuevos dueños, el maestro de cantería Juan de Palacios ejecutó una importante reforma, patrocinada por don Pedro de Marquina, que era capellán del rey y canónigo de la catedral conquense. A fines del siglo XVI, concretamente en 1591, el maestro de cantería Pedro de Mendizábal y el carpintero Juan López solaron el edificio. En sus inicios contaría con dos maestros de primeras letras. El colegio recibiría donativos, heredades y recursos provenientes de censos de villas cercanas desde el momento de su fundación y durante los dos siglos posteriores, según documentos del AHN.

Después de la expulsión de la Orden del territorio español, por la ley decretada por Carlos III, el edificio pasó a albergar la Fundación a la Memoria de los Niños Expósitos de San Julián.

La portada del edificio es, el último vestigio que se conserva hoy en día, de este colegio Jesuita que hubo en Cuenca. El colegio contaba con iglesia propia conocida como Iglesia de la Circuncisión, de la que hoy nada sabemos, toma el nombre del tema representado en el retablo y pinturas de su interior, estas últimas realizadas por Cincinato, pintor florentino, que trabajó en la Corte de Felipe II .