La cartuja de la Inmaculada Concepción o Cartuja Baja fue fundada a iniciativa de Alonso de Funes y de Villalpando su esposa Jerónima Zaporta. Debido a su devoción a la orden cartuja, dejó escrito en su testamento, fechado el 10 de julio de 1629, sus deseos de realizar una fundación. Así en 1630 muere y se leen sus últimas voluntades el 23 de noviembre, llevándose a cabo la formalización de la fundación y la firma de las capitulaciones entre la viuda, Jerónima Zaporta, y los cartujos el 20 de agosto de 1634. El emplazamiento escogido estaba en Alcañiz, en el sitio Torre de Fuente los Martucos, allí se establecieron el 8 de mayo de 1639. Pero debido a la llegada de tropas francesas para apoyar a los catalanes en la Guerra de Secesión se creo un clima de inseguridad para el monasterio, por lo que abandonaron el edifico. El 27 de julio de 1643 los padres visitadores decretan que se instalen en Torre de as Vacas o de Martín Cabrero, en Zaragoza. Al carecer el sitio de suministro de agua, los cartujos paralizaron la toma de posesión del lugar hasta que encontrasen un sitio mejor. Esta situación molestó a Jerónima Zaporta, que dejó fijado en su testamento el plazo de un año, a contar desde su muerte, para comenzar la construcción del nuevo monasterio. En caso de no cumplirlo la donación iría a parar a la Compañía de Jesús, por ello, no tardaron los monjes en comenzar las obras cuando murió Jerónima Zaporta en 1650. El 9 de abril de 1651 Diego Borbón, albañil y cantero, coloca la primera piedra de la construcción. No obstante el verdadero empuje a la construcción del monasterio la llevó a cabo el prior Antonio Gascón a partir de 1661. En este periodo se solucionó el problema del agua con la construcción de una noria y estableció una economía saneada en el monasterio que permitió encarar las obras cómodamente. A la hora de emprender las obras, dirigidas por el propio Gascón, tomaron como referencia la planta de la cartuja de Aula Dei. En 1674 estaban terminadas las dependencias necesarias para que los monjes comenzasen a vivir allí. El monasterio gozó de buena salud económica debido a las donaciones de los vecinos y el encargo de misas. Esta situación les permitió seguir mejorando o reformando el monasterio y emprender obras de caridad como el apoyo económico a la cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes en Huesca o la creación el 26 de diciembre de 1786 de una escuela para niños y niñas en Burgo de Ebro. El el s.XIX comenzó la decadencia del convento. En 1808 tuvieron que abandonar el monasterio debido a la Guerra de la Independencia, durante la cual el monasterio sufrió graves desperfectos. Tras el regreso de los cartujos en 1814, una vez acabada la contienda, emprendieron obras para rehabilitar el monasterio, obras que se vieron interrumpidas en 1820 cuando fueron exclaustrados a partir de la aplicación de la Ley sobre monasterios y conventos. En 1823 regresaron, les fueron devueltos sus bienes y continuaron con las obras de rehabilitación, inaugurando y consagrando la nueva iglesia en 1827. Pero en 1835 los cartujos abandonaron nuevamente el convento debido a las revueltas anti-clericales de esos años, ese mismo año también se aplicaron los decretos de exclaustración de Mendizábal, por lo que el convento cerraba sus puertas definitivamente.