Institución
Consejo de Administración de las Minas de Almadén y Arrayanes
desde 1916 hasta 1981
Se tiene constancia de la explotación de la zona minera de Almadén desde la época de los romanos. Los árabes explotaron la mina durante los siglos VIII al XIII y muchos términos de la minería del mercurio provienen del árabe: almadén (nombre -del árabe al-ma 'daniy 'yun, "la mina" o "el mineral"), aludel, azogue, alarife... El mercurio se utilizaba por los alquimistas y médicos para preparados medicinales y como motivo ornamental, aunque los principales productos derivados son el bermellón, el azogue y el solimán. Este se producía a partir del azogue y se utilizaba para el curtido de cueros. A mediados del siglo XIII se reconquista Almadén por los cristianos y la mina se cede a la Orden de Calatrava, la cual arrienda su explotación a catalanes y genoveses. Sigue arrendándose la mina a particulares durante los siglos XIV, XV y XVI. A partir del siglo XVI, el mercurio se convierte en un bien con gran valor por su utilidad en la amalgamación del oro y la plata que provenían de América. Almadén se desarrolla como un importante centro minero-industrial, que contribuyó a la explotación de las riquezas traídas del Nuevo Continente y que, aunque fuera indirectamente, favoreció la extensión de la presencia española en América. Durante los siglos XVI y XVII la mina se arrendó a los banqueros alemanes Függer (Fúcares, en el lenguaje popular español) para pagar los préstamos concedidos a Carlos I para los gastos de su coronación. Esta familia de banqueros introdujo en Almadén numerosas innovaciones tanto técnicas como organizativas, que dieron por fruto el incremento de la producción y la obtención de buenos beneficios tanto del azogue como del solimán. La mayor parte del azogue producido, se enviaba a Sevilla, desde donde se embarcaba a América. Era el azogue un bien de tal importancia para la economía española en América, que todos los envíos de mercaderías hacia aquél continente se ajustaban a la producción de azogue y, por lo tanto, a las vicisitudes de la producción de la mina de Almadén y de su embarque en Sevilla, llegándose, incluso, a construirse barcos especialmente diseñados para el transporte del mercurio. Desde el siglo XVII la producción de las minas disminuye por el agotamiento del mineral en las explotaciones conocidas y por encontrarse las labores en malas condiciones. Durante el reinado de Carlos III, para la modernización de las técnicas de la mina, se nombraron varios directores alemanes de la escuela de Freiburg (en Sajonia) y se fundó en Almadén la Escuela de Minas, en 1777. Tanto durante el medio siglo de directores alemanes, como bajo la dirección de su primer sucesor español, Diego de Larrañaga, (formado en la propia Escuela de la Mina), se introdujeron importantes innovaciones en las técnicas mineras. Las fechas finales del siglo XVIII y comienzos del XIX contemplaron un gran crecimiento de la actividad minera en Almadén. En los albores del siglo XIX, la situación crítica de la Hacienda Pública provocó que las minas se hipotecaran, concediéndose el monopolio de la venta del mercurio en 1833 a la casa Iñigo Espeleta, de Burdeos. En 1835 se adjudicó a la casa Rothschild la subasta del azogue, lo que propició la subida de su cotización en el mercado de Londres. En 1916 se crea el Consejo de Administración de las Minas de Almadén, organismo especial para la dirección de las minas, bajo cuyo mandato se introducen mejoras técnicas en la explotación. Tras la Guerra Civil las minas alcanzan el récord de su producción en 1941 con 82.000 frascos de mercurio, en parte condicionado por la utilización de presos en los trabajos de la mina. A partir del año 1972 el mercado mundial del mercurio se retrae coincidiendo con una fuerte recesión económica. En el año 1981 se crea la empresa Minas de Almadén y Arrayanes, S.A., con capital perteneciente en su totalidad al Estado.
La Ley de 23 de diciembre de 1916 autorizaba al Ministerio de Hacienda a establecer un Consejo de Administración que se encargaría de la organización industrial y administración de las Minas de Almadén. Dicho Consejo se estableció por Real Decreto de 25 de junio de 1918. Por Real Decrero de 15 de marzo de 1921 se encomendó a este organismo la explotación y administración de la mina de plomo de Arrayanes ubicada en Linares (Jaén) por lo que pasó a denominarse Consejo de Administración de Minas de Almadén y Arrayanes. La Ley 38/1981, de 19 de octubre, ordena al Ministerio de Hacienda la transformación de este organismo autónomo en una Sociedad estatal de capital público Minas de Almadén y Arrayanes S.A. El Real Decreto 535/1982, de 26 de febrero, aprueba las bases del contrato que ha de regular las relaciones entre el Estado y la nueva sociedad. El 31 de marzo de 1982 se constituye la empresa Minas de Almadén y Arrayanes S.A.
Se tiene constancia de la explotación de la zona minera de Almadén desde la época de los romanos. Los árabes explotaron la mina durante los siglos VIII al XIII y muchos términos de la minería del mercurio provienen del árabe: almadén (nombre -del árabe al-ma ""daniy ""yun, ""la mina"" o ""el mineral""), aludel, azogue, alarife...
El mercurio se utilizaba por los alquimistas y médicos para preparados medicinales y como motivo ornamental, aunque los principales productos derivados son el bermellón, el azogue y el solimán. Este se producía a partir del azogue y se utilizaba para el curtido de cueros.
A mediados del siglo XIII se reconquista Almadén por los cristianos y la mina se cede a la Orden de Calatrava, la cual arrienda su explotación a catalanes y genoveses. Sigue arrendándose la mina a particulares durante los siglos XIV, XV y XVI.
A partir del siglo XVI, el mercurio se convierte en un bien con gran valor por su utilidad en la amalgamación del oro y la plata que provenían de América. Almadén se desarrolla como un importante centro minero-industrial, que contribuyó a la explotación de las riquezas traídas del Nuevo Continente y que, aunque fuera indirectamente, favoreció la extensión de la presencia española en América.
Durante los siglos XVI y XVII la mina se arrendó a los banqueros alemanes Függer (Fúcares, en el lenguaje popular español) para pagar los préstamos concedidos a Carlos I para los gastos de su coronación. Esta familia de banqueros introdujo en Almadén numerosas innovaciones tanto técnicas como organizativas, que dieron por fruto el incremento de la producción y la obtención de buenos beneficios tanto del azogue como del solimán.
La mayor parte del azogue producido, se enviaba a Sevilla, desde donde se embarcaba a América. Era el azogue un bien de tal importancia para la economía española en América, que todos los envíos de mercaderías hacia aquél continente se ajustaban a la producción de azogue y, por lo tanto, a las vicisitudes de la producción de la mina de Almadén y de su embarque en Sevilla, llegándose, incluso, a construirse barcos especialmente diseñados para el transporte del mercurio.
Desde el siglo XVII la producción de las minas disminuye por el agotamiento del mineral en las explotaciones conocidas y por encontrarse las labores en malas condiciones.
Durante el reinado de Carlos III, para la modernización de las técnicas de la mina, se nombraron varios directores alemanes de la escuela de Freiburg (en Sajonia) y se fundó en Almadén la Escuela de Minas, en 1777. Tanto durante el medio siglo de directores alemanes, como bajo la dirección de su primer sucesor español, Diego de Larrañaga, (formado en la propia Escuela de la Mina), se introdujeron importantes innovaciones en las técnicas mineras. Las fechas finales del siglo XVIII y comienzos del XIX contemplaron un gran crecimiento de la actividad minera en Almadén.
En los albores del siglo XIX, la situación crítica de la Hacienda Pública provocó que las minas se hipotecaran, concediéndose el monopolio de la venta del mercurio en 1833 a la casa Iñigo Espeleta, de Burdeos. En 1835 se adjudicó a la casa Rothschild la subasta del azogue, lo que propició la subida de su cotización en el mercado de Londres.
En 1916 se crea el Consejo de Administración de las Minas de Almadén, organismo especial para la dirección de las minas, bajo cuyo mandato se introducen mejoras técnicas en la explotación.
Tras la Guerra Civil las minas alcanzan el récord de su producción en 1941 con 82.000 frascos de mercurio, en parte condicionado por la utilización de presos en los trabajos de la mina. A partir del año 1972 el mercado mundial del mercurio se retrae coincidiendo con una fuerte recesión económica.
En el año 1981 se crea la empresa Minas de Almadén y Arrayanes, S.A., con capital perteneciente en su totalidad al Estado.
MATILLA TASCÓN, Antonio. Historia de las minas de Almadén. Madrid, 1987.