El origen del Colegio de San Vicente en Huesca se encuentra en el año 1595, durante el generalato de Claudio Aquaviva, cuando el novicio jesuita Jerónimo Pérez de Oliván, dejó en su testamento una limosna para construir dicho colegio, la limosna fue insuficiente, y por ello tuvieron que pasar tres años, para que en 1598, el jurista Pedro Luís Martínez de Cenedo, legara una renta de 800 libras para que el Colegio de la Inmaculada retomara las clases de gramática y en caso de no lograrse, 1000 libras para la apertura de un nuevo enclave en Huesca. Así sucedió finalmente, al oponerse el concejo a retomar las clases del Colegio de la Inmaculada y finalmente, en el año 1600, la Curia Generalicia permite a Huesca seguir adelante con el colegio, tomándose la decisión en firme el 23 de agosto de 1604 en Roma.

Los primeros alumnos llegaron en 1605, en este momento comenzó el proceso de adquisición de edificios para el colegio. Así en 1610 el obispo ofreció la iglesia de San Vicente el Bajo a los jesuitas, lo que provocó un pleito, pues la iglesia era propiedad del a encomienda del Santo Sepulcro de Calatayud. Dicho pleito se resolvió a favor de la Compañía de Jesús en 1613, corroborado por una bula de la Santa Sede en 1618. Tras terminar la política adquisiciones, se pudo colocar la primera piedra el 31 de agosto de 1625, presidiendo la ceremonia Juan Moriz de Salazar, obispo de Huesca.

En 1767 se produce la expulsión de los jesuitas, por lo que el colegio pasa a manos de los agustinos , que lo mantuvieron en posesión hasta la Desamortización de 1835. Pasó a manos del ejército y se convirtió en el Cuartel de San Vicente del Real, hasta que en 1895 se dio orden de derribo, produciéndose su ejecución entre 1897 y 1898.