El convento de Nuestra Señora de Belén de Cifuentes, en la provincia de Guadalajara, viene desarrollado su actividad durante casi cinco siglos.

Este convento fue fundado por don Fernando de Silva, Señor de Cifuentes a principios del S.XVI. La iniciativa surgirá de su hermana, doña Isabel de Silva y de las doncellas que sirvieron a su esposa, en vida. Ante la petición y reclamo, por parte de estas, de la construcción de un cenobio para llevar en adelante vida contemplativa, Fernando de Silva tramita las diferentes licencias y cánones para llevar a cabo la fundación.

Cuando recibe las Bulas de Clemente VII, Fernando de Silva aún no cuenta con establecimiento que fundar e instalará en un primer momento a estas beatas, en el Castillo de Don Juan Manuel, en Cifuentes, construido en el S.XIV, en esos momentos ya en estado ruinoso. Aquí pasarán catorce meses, tiempo en el que se construye el convento definitivo, en la localidad, junto a la ermita de Belén, que más tarde, servirá de capilla al convento y le dará nombre.

Estas religiosas se acogieron bajo la Orden de San Francisco, como Beatas de la Orden Tercera.

En torno a 1527, ya en el convento definitivo, se sometieron a la autoridad de Sor Mencía Álvarez como abadesa, llegada del convento de San Juan de la Penitencia de Toledo, junta con otras religiosas como Francisca de San Juan. Y Fray Alonso de Ocaña, sería el visitador del convento por orden del provincial de la Orden, Fray Diego Cisneros.

Fernando de Silva no cesó en su apoyo al convento, mientras vivió, como tampoco lo harían sus herederos, convertidos en patronos como establecían las condiciones de fundación. Llego a fundar, también por influencia de su hermana, un Colegio de doncellas junto al convento. Este estaba regido por tres monjas, que hacían las veces de rectora, maestra y portera. Aquí se educaban doncellas cercanas a la familia o a su servicio, hasta que llegaba la edad de elegir, o profesar en el convento de Belén o en el matrimonio.

Este convento ha sobrevivido a todos los avatares políticos e históricos del país no sin sufrir consecuencias. Durante el siglo XIX, superaron la Guerra de la Independencia y, las medidas Desamortizadoras de 1835, las despojan de muchos de sus bienes, dificultando su sostenimiento, pero no consigue su exclaustración, por contar en esos momentos con más de doce religiosas en la Comunidad.

Durante la Guerra Civil, 1936-1939, el 22 de julio de 1936, tuvieron que dispersarse y vivir ocultas en las casas del pueblo y alrededores. Sus archivos fueron quemados y el bombardeo acababa prácticamente con su edificio.

Gracias a la intervención del obispo seguntino, doctor Muñoyerro, llegan en 1941, procedentes de Plasencia, cuatro monjas capuchinas bajo la dirección de la madre Corazón de Jesús Ponce de León. Y en diciembre de 1945 autorizaba el Papa la instalación de comunidad capuchina en el remozado edificio, totalmente rehabilitado, y que nada tiene que ver con el original, pues la portada en piedra de su templo, elemento ahora más antiguo, pertenece al antiguo Hospital del Socorro o de San Salvador de Cifuentes.

La comunidad de franciscanas de Cifuentes, continúa su actividad hasta nuestros días, a pesar de las dificultades económicas.