Los orígenes del convento de La Candelaria se remontan al año 1526 cuando el segundo adelantado de Canarias, Pedro Fernández de Lugo, fundó el primer templo de la Candelaria, cerca de la cueva de San Blas, en el municipio de La Candelaria (isla de Tenerife). A continuación, los dominicos fundaron un convento en 1530 en el que se harían cargo del santuario y años más tarde, el 11 de marzo de 1542, una bula del papa Paulo III otorgaba a perpetuidad la imagen de la virgen y el santuario a los dominicos.

La devoción a la imagen puso en una situación muy favorable al convento pues la virgen contaba con la protección real desde 1596, cuando el rey Felipe III se declaró protector y patrón de la imagen de La Candelaria y del convento. También influyó muy positivamente en el desarrollo del convento que el 26 de marzo de 1599, una bula de Clemente VIII nombrara Patrona Universal del Obispado de Canarias a la Virgen de La Candelaria.

En el siglo XVII el convento prosiguió con su desarrolló, y el 2 de febrero de 1672 fue fundada la primera basílica de la Candelaria; anteriormente había sido fundado un convento dominico en Güimar para guardar la imagen en casa de que una incursión pirata pusiese en peligro a la virgen.

En los siglos XVIII y XIX el convento viviría momentos difíciles, como el incendio del 15 de febrero de 1789 que arrasó tanto la basílica como el convento o la pérdida de la imagen debido a un temporal en 1826.

Finalmente, en 1835 el convento cerró definitivamente sus puertas al ser aplicados los decretos de exclaustración que suprimieron la práctica totalidad de conventos masculinos españoles.