El edificio del convento fue construido en 1525 por iniciativa de Diego Carrillo de Mendoza, hermano del séptimo conde de Priego, Luis Carrillo de Mendoza.

Su advocación proviene de la tradición que explicaba una aparición de la virgen en aquel lugar, junto a un rosal. El rosal permanecería dentro del patio del convento y, según la misma tradición, siempre se mantenía verde y con hojas.

Desde el origen estuvo ocupado por una comunidad de monjas franciscanas concepcionistas entre las que se acogió a diferentes mujeres de la familia Mendoza, quienes gozaban de prioridad para ingresar en esta casa.

La comunidad habitó la casa hasta el año 1835, cuando la aplicación de los decretos de exclaustración de Medizabal las obligó a trasladarse a otro convento en Cuenca.

Desde 1835 el edificio quedó abandonado sufriendo saqueos y vandalismo en los que se robaron materiales y los restos que quedaran, especialmente durante los años de la Guerra Civil Española.

El convento esta declarado como Bien de Interés Cultural aunque desde el año 2008 esta incluido en la Lista Roja del Patrimonio en la que se incluyen bienes inmuebles que estan alcanzando el estado de ruina.

El Ayuntamiento de Priego trató de rehabilitar parte del conjunto construyendo áreas deportivas en los patios del convento aunque estas también han sido abandonadas con los años.