El convento de dominicos de Cáceres fue fundado por Catalina de Saavedra en 1524. Una vez fueron otorgadas la bula papal y la cédula del rey, pudieron instalarse en Cáceres en 1528, aún cuando contravenían el antiguo fuero de la ciudad, no obstante se les permitió quedarse al considerar obsoleta la legislación. Para llevar a cabo el asentamiento contaron con un terreno donado por Catalina de Saavedra y un edificio que compraron al concejo, situado extramuros, donde se ubicaba la antigua cárcel de la villa. Para construir la capilla mayor contó con el patronazgo de Beatriz de la Cerda.

En el convento se veneraba a la Virgen del Rosario, antigua patrona de Cáceres y con el tiempo construyeron una hospedería a la que tenían que llegar cruzando un río, para solucionar esto comenzaron a construir un puente en 1597. Al invadir el espacio público comenzó una disputa con el concejo que terminó con una pelea entre los frailes y los guardas de la ciudad. Este conflicto acabó en manos del Consejo Real que a petición de Procurador del Común, autorizó la construcción de un puente cubierto.

La vida del convento llegó a su fin en 1835 cuando fueron aplicados los decretos de exclaustración del ministro Mendizábal. Tras la desamortización el convento fue utilizado como aduana, oficina de rentas y escuela.