El día 26 de enero de 1582 llega a Burgos Teresa de Jesús. Tras haber estado enferma y de avanzada edad, contaba los 67 años, llega a la ciudad con la intención de hacer una nueva fundación para la orden.

Nada más llegar se dirige a casa de Catalina de Tolosa, en la calle del Huerto del Rey. Ella las acoge, tanto a Teresa como a sus acompañantes. Lleva algún tiempo preparando la llegada de la santa y adelantando los trámites para la posible fundación.

En la casa conviven respetando la clausura y recibiendo misa hasta que el arzobispo de Burgos, Cristóbal Vela de Acuña, que se había opuesto a la fundación del convento y que se sentía amenzado por la presencia de Teresa de Jesús en la ciudad, las obliga a abandonar la casa para forzarlas a marcharse si era posible.

Del otro lado, Catalina de Tolosa había obtenido la licencia para la fundación por parte del Concejo de la ciudad ademas de otros apoyos y simpatías para sacar adelante el proyecto.

Desde noviembre de 1581 ya tenían la autorización de la ciudad.

Muestran al arzobispo esta autorización y algunos religiosos del entorno de Teresa de Jesús se reunen con él para agilizar la fundación pero él se niega rotundamente.

Trás hacerlas abandonar la casa de Catalina de Tolosa les asigna como residencia el Hospital de la Concepción. Permancen allí, en unas habitaciones abandonadas e insanas, cerca de un mes pero a la vez logran un aliado más, el médico del hospital, Antonio Aguilar, que las ayudará a encontrar la casa idónea para convertirla en el convento.

Compran la casa y se instalan en ella. Gracias a los numerosos benefactores y al permiso de la ciudad, aunque muy a su pesar, el arzobispo Cristóbal Vela decide apoyar la fundación que ya esta hecha aunque sin su autorización formal. Esta llegará el 18 de abril del mismo año de 1582. Queda fundado el decimoséptimo convento de la orden bajo la advocación de San José y Santa Ana.

Santa Teresa permanecerá en la casa hasta el mes de junio. Fallecería ese mismo año, en el mes de octubre, en el Convento de Alba de Tormes.

En el convento conservan algunas reliquias de la estacia de la santa: una alpargata, un velo, una escultura que se conserva en la antigua celda que ocupó, actualmente convertida en oratorio. Estas reliquias son las que quedaron después de la ocupación de las tropas francesas durante la Guerra de Indepencia que causó muchos daños en el edificio.

En la actualidad, las carmelitas descalzas siguen habitando el convento. Realizan pequeños trabajos para mantener su comunidad y mantienen el edificio en el mejor estado posible.