Según cuenta la tradición el eremita Diego de Jesús, María y San Pablo, había comenzado en 1656 la construcción de una ermita para albergar a la Virgen de la Peña tras la negativa de las autoridades a construirla ellos. Poco a poco el eremita fue ganando gran fama en Mijas, y cuando en el año 1682 terminó de construir con sus propias manos el santuario, fue convocado por el consejo de la ciudad para honrarle, y fue entonces cuando Diego pidió al consejo de la ciudad la fundación de un hospicio-convento de carmelitas descalzos en el abandonado Castillo de la Peña.

En cabildo del 8 de septiembre de 1682, el consejo da el visto bueno y autoriza la creación del convento justo al lado de la ermita de la Virgen de la Peña, bajo condición de que los carmelitas acogiesen a Diego de Jesús, María y San Pablo en su comunidad y que tras producirse la muerte de éste, fuera enterrada en la ermita de la Virgen de la Peña. Esto se produjo el 6 de julio de 1731, según se sabe por el acta de defunción que estaba en la parroquia.

El hospicio-convento cerró sus puertas definitivamente en 1835, año en que entraron en vigor los decretos de exclaustración de Mendizábal.