El origen del convento de dominicos de Hermigua se encuentra en una ermita, existente en el siglo XVI, en el lugar de Lomo San Pedro. Debido al aumento de la población en Hermigua, el obispo, Francisco Martínez, envía un beneficiado de la parroquia de la Asunción de San Sebastián a hacerse cargo de la ermita de San Pedro y poder dar servicio religioso a los habitantes de la zona.

Más tarde se puso en venta el solar en el que se asentaba la ermita, por lo que, vecinos de Hermigua presionaron para que se fundase un convento en la ermita de San Pedro. Los dominicos estaban en la zona desde 1571, pero debido a las disputas con los parroquianos de la Asunción de San Sebastián, no pudo realizarse la fundación hasta más tarde. Para acabar con estos conflictos, el obispo creo una parroquia autónoma, llamada de la Encarnación, y entregó la ermita de San Pedro a los frailes.

Pronto prosperó el convento debido a las donaciones de los vecinos, de hecho, en 1648 terminó convirtiéndose en priorato. En el siglo XVIII se emprendió la restauración y ampliación del edificio gracias a la llegada al priorato de fray Juan de Sosa, que saneó las cuentas del convento a partir de la venta de propiedades. Pero llegados al siglo XIX el convento llegaría a su fin, durante el Trienio Liberal, tras serle aplicada la Ley sobre monasterios y conventos de 1820. El convento sería suprimido definitivamente el 25 de enero de 1821.