Ya en 1440 los vecinos de Orihuela intentaron fundar un convento franciscano en la zona, pero fracasaron. En 1449 la situación dio un vuelco cuando el Consell entregó la ermita de Santa Ana a los franciscanos. No obstante todavía se demoró la fundación debido a problemas entre los jurados de la ciudad y la familia Rocafull, dueña de los terrenos en que se ubicaba la ermita de Santa Ana.

Las autoridades de Orihuela intentaron desbloquear la situación entablando conversaciones con el provincial de Aragón, ofreciendo terreno y ayuda económica, pero de nuevo fracasaron las conversaciones debido a las tensiones que vivían esos años los franciscanos conventuales y los observantes, ya que las familias poderosas de Orihuela eran favorables a los segundos. Sorteados estos escollos la construcción del convento arrancó y sabemos que en 1456 estaba en marcha, terminándose en 1464.

La vida del convento llega a su fin en 1835 cuando el convento tiene que cerrar definitivamente sus puertas como resultado de la exclaustración decretada por Mendizábal.