El convento de Santa Isabel de Gordejuela, en la provincia de Bizkaia, tiene su origen en un beaterio creado a principios del S.XVI, en torno a la ermita de San Andrés, cercano al barrio de Ibarra.

Según fuentes consultadas, un siglo después, este beaterio se va consolidando y se acoge a la Tercera Orden franciscana.

Sería en torno a 1641-45, cuando D. Miguel de Oxidando, Caballero de la Orden de Santiago y Alguacil Mayor perpetuo del Real Consejo de Órdenes, exprese mediante testamento su interés de ejercer el patronazgo de este incipiente convento y su templo. En el testamento, D. Miguel se compromete a la donación de bienes y renta anual para la construcción del convento, el templo, para que acogiera su panteón particular, y el mantenimiento de la Comunidad.

Según estudios, esta donación no llega a consolidarse y las religiosas desarrollaron su actividad con gran penuria. Soportando, el mantenimiento y la búsqueda de recursos para la construcción de sus instalaciones.

Se sabe que el templo comenzó a construirse en 1678, y que a lo largo de su historia se produjeron ampliaciones y reformas para facilitar la vida de la comunidad.

A pesar de las dificultades el cenobio desarrolló su actividad hasta 1985, momento en el que la Comunidad abandona el edificio y queda en manos del Consistorio de la localidad.