Los dominicos fundaron un convento en Archidona en 1531, en un asentamiento que conocido por los propios frailes como "convento viejo", y que contó con la protección del IV conde de Ureña, Juan Téllez Girón, que les realizó una donación de agua el 10 de septiembre del mismo año, posteriormente donó un molino y 3.000 reales para la construcción de un nuevo convento. La dotación para este nuevo convento fue realizada por el propio Juan Téllez Girón el 17 de marzo de 1547, que otorgó escritura ante el escribano Rui Díaz Blanco.

Las obras se llevaron a cabo durante los siglos XVI y XVII, siendo bendecido el nuevo convento el 27 de octubre de 1547, y terminándose la construcción de la capilla mayor en 1562. El convento tuvo problemas económicos graves, ya que las familias pudientes de Archidona preferían realizar donaciones a la Parroquia de Santa Ana o al convento de monjas mínimas. Estas penurias llevaron a los frailes a pedir auxilia a los capitulares de la orden en 1598 y 1604.

El siglo XIX supuso el fin de la vida del convento, que fue cerrado por primera vez durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), y aunque pudieron regresar en 1813, al cumplir la exigencia de poseer un mínimo de 12 religiosos, en 1835 el convento fue suprimido definitivamente al ser aplicados los decretos de exclaustración del mismo año que afectaron a la mayoría de conventos masculinos españoles.