Real Decreto de 18 de agosto de 1809 disponiendo que todas las órdenes regulares, monacales, mendicantes y clericales existentes en los dominios de España queden suprimidas, según se expresa. Gaceta de Madrid núm. 234, de 21 de agosto de 1809, páginas 1043 a 1044.
Real Decreto de 11 de octubre de 1835 suprimiendo los monacales. Gaceta de Madrid núm. 292, de 14 de octubre de 1835, página 1157.
Durante el reinado de Sancho I de León tenemos en el año 956 las primeras noticias documentadas sobre este edificio. La intención de este rey fue construir un templo para albergar las reliquias de Pelayo, el niño martirizado en Córdoba en el año 925, cuya fama se extendió pronto por toda la cristiandad europea. Hizo las gestiones oportunas con la corte de Al-Andalus, donde había sido rehén, para el traslado del cuerpo, pero no pudo conseguirlo, porque fue asesinado antes. Su hermana Elvira Ramírez (monja y regente de su sobrino Ramiro III) junto con Teresa Ansúrez, la reina madre, viuda de Sancho I, consiguieron realizar el proyecto, así que los restos de Pelayo fueron trasladados desde Córdoba a León. Elvira Ramírez era monja en San Salvador de Palat del Rey, un monasterio fundado por su padre el rey Ramiro II, construido junto a su palacio, exclusivo para mujeres de la realeza. Elvira y su comunidad se mudaron al nuevo templo de San Pelayo, aquel que se acababa de construir para recibir las reliquias del mártir. La vida de esta comunidad monástica duró tan solo 20 años en este lugar, bajo la denominación jurídica de Infantado de San Pelayo, una institución leonesa medieval para las infantas solteras, que ostentaban el título de dominas o abadesas. En el reinado de Bermudo II, León sufrió el ataque y devastación de Almanzor en el año 988, quedando arrasada la pequeña Iglesia de San Pelayo. Por entonces la primera abadesa Elvira ya había muerto, sucediéndola Teresa Ansúrez, la reina viuda que, al tener noticia de las inminentes razzias de Almanzor, se llevó el cuerpo de Pelayo a la ciudad de Oviedo para preservar las reliquias. Alfonso V, rey leonés desde 999 a 1028, tras el paso arrasador de Almanzor por la ciudad de León mandó reconstruir muchos edificios, entre ellos el monasterio de San Pelayo. Se reorganizó de nuevo la comunidad de monjas y la comunidad de canónigos regulares agustinos, todos bajo el mandato de la nueva abadesa Teresa, hermana de Alfonso V. Sancha de León, hija de Alfonso V, fue abadesa del monasterio de San Pelayo desde muy joven. Junto con su esposo Fernando fueron reyes de León desde 1037. Sancha influyó notablemente en el rey Fernando para llevar a cabo una edificación en piedra de la iglesia de San Juan Bautista, que se encontraba anexa al monasterio. El proyecto se llevó a cabo, y no fue un templo grande y abierto a los fieles sino una pequeña iglesia palatina para uso de sus mecenas, Fernando y Sancha, que vivían en su palacio ubicado junto al monasterio dúplice. Para engrandecer la iglesia y según costumbre de la época era necesario contar con importantes reliquias, por lo que hicieron traer en 1062 desde Sevilla el cuerpo de San Isidoro y desde el monasterio de Arlanza las reliquias de San Vicente de Ávila que se guardaban allí a raíz de las razzias de Almanzor. Contaban también desde antiguo con la mandíbula que se decía era de San Juan Bautista. El 21 de diciembre de 1063 se consagró esta nueva iglesia bajo la advocación de San Isidoro. Mantuvieron los reyes una absoluta protección al templo. La dotaron de reliquias insignes y de objetos de orfebrería, la enriquecieron con tesoros, así como enriquecieron al monasterio con un vasto patrimonio. La infanta Urraca Fernández de Zamora, soltera, era también dómina del Infantado de San Pelayo y ostentaba el señorío de los monasterios del reino cuya cabeza era el de San Isidoro de León. A la muerte de su madre Sancha en 1067 heredó el patrocinio y mantenimiento del templo. Mandó hacer muchas obras de ampliación, pero no logró ver terminadas las obras que por el contrario concluyeron Alfonso VII y la hermana de éste, Sancha, también dómina del Infantado. Alfonso VII y su hermana Sancha Raimúndez, dómina del Infantado de San Pelayo, ambos hijos de Urraca y Raimundo de Borgoña, concluyeron las obras iniciadas por su tía abuela Urraca y consagraron la iglesia solemnemente el seis de marzo de 1149. La infanta Sancha restauró la vida monástica y ella misma profesó en el monasterio. En 1147 mandó que este monasterio dependiera de los canónigos regulares de san Agustín trasladando la comunidad de monjas fuera de León. La infanta se encargó de que se edificasen los edificios destinados a los canónigos. Poco después el monasterio fue elevado al rango de abadía. Fernando II, rey desde 1157 a 1188, segundo hijo de Alfonso VII, consiguió del papa Alejandro III que se nombrase al monasterio y su iglesia como dignidad de abadía, con una serie de privilegios entre los que se encontraba la exención de toda jurisdicción episcopal. Además de las grandes reformas hechas durante el periodo románico, el complejo arquitectónico de San Isidoro sufrió obras parciales, modificaciones mandadas hacer por diversos personajes para su propia gloria y conveniencia en unos casos o para la mejora general en otros. Finalmente, El siglo XIX fue el peor en la historia de este edificio. En los primeros años sufrió la ocupación de las tropas francesas con la subsiguiente expoliación. Las estancias y capillas se convirtieron en cuartel, pajar y cuadras. Cuando llegó la hora de la retirada, las tropas incendiaron la iglesia. Años después llegó la desamortización de Mendizábal (1835) y como consecuencia hubo nuevos expolios y saqueos. Se suprimió la comunidad, que fue restablecida el 25 de mayo de 1851 por el concordato y la bula Inter Plurima del papa Pío IX. Pero la restauración y la puesta en marcha no tuvieron lugar hasta 1894. En 1956, tras el deterioro de la comunidad y la poca presencia de miembros en el monasterio, el obispo de León lo transformó en Cabildo Secular de San Isidoro.
The first documentation of this building dates back to 956, during Sancho I of Leon's reign. This King's intentions were to build a temple to accommodate Pelayo's relics. He was a boy that was martyred in Cordoba in 925, whose fame extended all over the European Christianity. He made the opportune paperwork together with the Court of Al-Andalus, where he had been a hostage, to transfer the body. He could not make it because he was killed. His sister Elvira Ramírez (nun and regent of her nephew Ramiro III) together with Teresa Ansúrez, Queen Mother, widow of Sancho I, achieved this project's fulfilment so the rests of Pelayo were transferred from Cordoba to Leon. Elvira Ramírez was a nun in San Salvador de Palat del Rey, a monastery founded by her father, the King Ramiro II, built next to his palace, which was exclusively for royal women. Elvira and her community moved to the new temple of San Pelayo, which was just built to receive the martyr's relics. Life in this monastic community lasted only 20 years in this place, under the legal denomination of "Infantado de San Pelayo", a medieval institution from Leon for the single Infantas that held the title of abbess or "domina" (Lady). During Bermudo II's reign, in particular in 988, Leon suffered the attacks and devastations of Almanzor. The little church of San Pelayo was destroyed. By then, the first abbess Elvira had already died. Teresa Ansúrez, the widow queen, succeeded her. When she knew about the imminent razias in Almanzor, she took Pelayo's body to the city of Oviedo to preserve the relics. Alfonso V, Leon's King between 999 and 1028, ordered to rebuild many buildings, among which we find the monastery of San Pelayo, after Leon's devastation. The community of nuns and Canons Regular of St. Augustine was reorganized again, each of them under the command of the new abbess Teresa, Alfonso V's sister. Sancha of Leon, daughter of Alfonso V, was abbess at the monastery of San Pelayo since very young age. She was monarch of Leon together with her husband Fernando since 1037. Sancha notably influenced on the King Fernando to carry out the construction in stone of the church of San Juan Bautista, which was attached to the monastery. The project took place but it was not a big temple opened to the believers but a little palatial church for its patrons, Fernando and Sancha, that lived in their palace located next to the double monastery. To expand the church and according to that time's habits, it was necessary to count on important relics. So they brought from Seville San Isidoro's body in 1062. They also brought from the monastery of Arlanza the relics of San Vicente of Avila that were saved there due to the razias of Almanzor. They counted on the jaw that it was said to be of San Juan Bautista too. On the 21st of December 1063, this new church was consecrated and was dedicated to San Isidoro. The Kings maintained a total protection for the temple. They provided it of notable relics and goldsmithing objects; they enriched the church with treasures and the monastery with a huge patrimony. The infanta Urraca Fernández de Zamora, who was single, was also the owner of the Infantado de San Pelayo. She possessed the estate of the kingdom's monasteries whose head was the one of San Isidoro de Leon. When her mother Sancha died in 1067, she inherited the financial support and maintenance of the temple. She ordered to make many extension works but she did not see them finished. On the contrary, Alfonso VII and his sister, Sancha Raimúndez, also Lady of the Infantado completed the works. Their parents were Urraca and Raimundo de Borgoña. They completed the works started by their great-aunt Urraca and solemnly consecrated the church on the 6th of March 1149. The Infanta Sancha restored the monastic life and professed herself in the monastery. She ordered the monastery to depend on the Canons Regular of St. Augustine in 1147 and moved the community of nuns out of Leon. The infanta ordered to construct the buildings destined to the canons. Shortly after, the monastery became an abbey. Ferdinand II, King between 1157 and 188 and Alfonso VII's second child, achieved through the pope Alexandre III that the monastery and its church became an abbey with a series of privileges among which there was the exemption of every episcopal jurisdiction. In addition to the great reforms made during the Romantic period, the architectonic complex of San Isidoro suffered partial works, modifications ordered, in some cases, by different people for their glory and convenience and for the general improvement, in others. Finally, the 19th century was the worst of its history. In the first years, it was occupied by the French troops and was later plundered. The rooms and chapels turned into quarters, a straw loft and stables. When they had to retire, they burnt the church. Some years later, in 1835, Mendizábal's disentailment took place and, as a consequence, there were new loots and plunderings. The community was abolished but it was reestablished on the 25th of May 1851 by the concordat and the bull Inter Plurima of the pope Pius IX. The restoration started in 1894. In 1956, after the community's deterioration and the limited presence of the monastery's members, the bishop of Leon transformed it into "Cabildo Secular de San Isidoro" (Secular Canonry of San Isidoro).
Los canónigos regulares que estudiaban en el Colegio-Convento de Nuestra Señora de la Vega en la ciudad de Salamanca procedían de la Real Colegiata de San Isidoro de León, los cuales acudían al convento para completar sus estudios en la Universidad de la ciudad.
La comunidad femenina habitaba el Monasterio de San Pelayo de la ciudad de León, cenobio tras cuya restauración, reforma, conversión en panteón real y llegada de las reliquias de San Isidoro de Sevilla se decide poner a cargo de los canónigos regulares que habitaban en Carbajal de la Legua, con el que permutan las benedictinas en 1147.
Abadesa del convento
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