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Adjuración de ciertas proposiciones dichas por Francisco de Aguirre, gobernador de Tucumán, hecha ante el Santo Oficio de la Inquisición. Resultan las palabras que había dicho escandalosas y heréticas. Sufrió dos años de prisión, que le sirvieron por pena; oir una misa en pie con una vela encendida en la mano, y confesión en público de sus palabras