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Expediente a instancias de Domingo de Villarroel, clérigo y cosmógrafo del reino de Nápoles, solicitando una merced en consideración a que es el único que puede realizar correctamente los instrumentos de navegación y cartas de marear. Presentado en Madrid a 9 de agosto de 1586. Consta de memorial y relación con testimonio anejo y solicitud de la Universidad de Mareantes de Sevilla, sobre los siguientes puntos:
Es el inventor de un reloj de sol en el que, puesta la brújula o aguja de marear, se podrá saber lo que norestea o noroestea dicha aguja. Lo cual, sabido con la precisión que él dice, que es de 24 en 24 horas, permitirá hacer las carreras de Italia e Indias y otras partes sin rodeos, por no haberse sabido usar de la precisión de esta cuenta. Los regimientos y artes de marear que hasta ahora han tratado de esta cuenta y materia para saber lo que la aguja nordesteaba o noresteaba, usaban de ponerla en lugar descubierto cuando la estrella del norte se pudiese ver, estando derechamente nordeste sudeste, y si entonces la flor de la rosa miraba derechamente a la estrella, decían que la aguja no tenía variación. Rodrigo Zamorano, catedrático de cosmografía en Sevilla, en su compendio del Arte de Navegar, hace un reloj con el cual, al salir y ponerse el Sol, puede saber con precisión lo que se varía la aguja y, conforme a esto, navegar por camino más derecho. La diferencia que hay entre Zamorano y el napolitano es que el primero hace un reloj en forma de cilindro, aunque el horizonte de él es en figura redonda y no promete el conocimiento de la variación, si no es al salir o ponerse el Sol. El napolitano hace su reloj con el horzonte redondo y divide las horas en momentos, y da la variación y la cantidad de resguardo de 24 en 24 horas, puesto caso que las demostraciones que él hace para prueba de la verdad de su doctrina, tienen evidencia matemática