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Las consultas de instancias inferiores se resolvían por el gobernador y los alcaldes del crimen, bien mediante la confirmación o modificación de los autos consultados o mediante la retención de la causa por algún tipo de defecto en la tramitación de la misma, generando así causa propia en este tribunal.

En la Chancillería de Valladolid, el volumen de consultas de causas penales aumenta a finales del siglo XVIII, llegando a provocar la necesidad de instaurar un reparto específico de las consultas recibidas a partir del año 1801, y convirtiéndose en un procedimiento ordinario más llevado a cabo por el tribunal hasta su disolución en 1834.

Tal y como se aprecia en los libros judiciales, en el momento de su entrada en el tribunal, las consultas se repartían desde la fiscalía del crimen entre los tres escribanos que atendían la sala, provocando que en ocasiones, a lo largo del tiempo varios escribanos traten las consultas sobre una misma causa.

Las consultas se van acumulando en función de la causa a tratar, de manera que pueden encontrarse numerosas consultas relativas a una misma causa y agrupadas todas de una vez, al mismo tiempo que en otros casos sólo existe una consulta sobre una determinada causa.

El elemento característico de la documentación de esta serie es la ausencia de la propia causa consultada, la cual se devuelve al tribunal inferior junto con la resolución de la consulta para su ejecución o continuación. De esta forma, los documentos que se conservan son las propias consultas, a las cuales se pueden adjuntar extractos o memoriales explicativos, y a continuación las diligencias de vista por el fiscal y reparto al escribano del crimen, seguidas del auto de la sala que resuelve dicha consulta. Esta estructura se puede repetir en tantas ocasiones como consultas se planteen sobre una determinada causa.