Biblia Políglota Complutense
BIBLIOTECA,MO,110
1514 - 1517
Unidad Documental Compuesta
ES.28079.AHN//BIBLIOTECA,MO,110
Archivo Histórico Nacional 3. INSTITUCIONES ECLESIÁSTICAS 3.4. ÓRDENES MILITARES 3.4.1. Orden de Santiago Orden de Santiago. Convento de Santiago de Uclés (Cuenca) Biblioteca del Monasterio de Uclés
Historia de la custodia: Las casas matrices de las cuatro Órdenes Militares españolas fueron suprimidas por R.D. de 9 de marzo de 1836, aplicándose todos sus bienes y rentas a la extinción de la Deuda Pública. Los archivos generales de las Órdenes Militares, depositarios de la historia de las Órdenes anterior a su incorporación a la Corona, ingresaron en el Archivo Histórico Nacional con el resto de los archivos desamortizados, remitidos por las Contadurías de Arbitrios y Amortización de las provincias. Sin embargo, la entrada del archivo general de la Orden de Santiago se dilató bastante tiempo; aunque fue entregado, legalmente, a la Real Academia de la Historia por R.O. de 28 de agosto de 1850, no fue posible su traslado a la Academia de la Historia ante la oposición del entonces vigente Tribunal Especial de las Órdenes. Con la creación del Archivo Histórico Nacional, esta documentación pasó a formar parte legalmente de sus fondos, pero el traslado no pudo hacerse efectivo hasta 1872, pasando no sólo su archivo sino también su rica biblioteca, que hoy constituye una parte sustancial del fondo antiguo de la biblioteca del Archivo Histórico Nacional. Este fondo se custodia en la sección de Órdenes Militares Por su parte, la biblioteca permaneció en el Convento de Uclés desde su nacimiento, y permaneció sin apenas vigilancia después de las leyes de exclaustración, produciéndose entonces algunas sustracciones. La Real Orden de 28 de agosto de 1850 asignaba a la Real Academia de la Historia el archivo y biblioteca de Uclés, pero la oposición del Tribunal Especial de las Órdenes dificultó su entrega durante dos décadas. Por Real Orden de 4 de marzo de 1860 se formó una comisión compuesta por Antonio Marín Cossío, Manuel de Goicoechea, José María Escudero de la Peña y Miguel Velasco y Santos, todos ellos del Cuerpo de Facultativo de Archiveros y Bibliotecarios, bajo la dirección de Juan Eugenio Hartzenbusch, para formar un inventario los códices, libros y manuscritos existentes en el Convento de Uclés. Como resultado realizaron un inventario muy detallado que sigue siendo fundamental para la identificación de los volúmenes que un día pertenecieron a la extinguida Biblioteca (actualmente se conserva en el Archivo Histórico Nacional con signatura OM,Ind.152). Además, sellaron todos los volúmenes con un sello en tinta roja, marca que a día de hoy sigue siendo fundamental para identificar los ejemplares. En el momento de redacción de su inventario la biblioteca contaba con 4.978 volúmenes, así como 31 códices griegos y 23 latinos. Tampoco pudo realizarse el traslado entonces. Finalmente, la Real Orden de 25 de enero de 1872 del Ministerio de Fomento destinó al Archivo Histórico Nacional los documentos que componían el Archivo de Uclés, así como los códices, manuscritos e impresos de la biblioteca de interés o importancia bibliográfica, debiéndose conducir los restantes al Instituto de segunda enseñanza de Cuenca (que posteriormente pasaría a ser la Biblioteca Provincial). Se seleccionaron entonces numerosos volúmenes impresos que trataban de historia civil y religiosa, nacional y extranjera, de arqueología, cronología y diplomática, y todos aquellos que se consideraron de utilidad para los trabajos que debía realizar el Archivo, además de los códices griegos y latinos. Este grueso del fondo bibliográfico de Uclés es el núcleo fundacional de la actual biblioteca del Archivo Histórico Nacional. El resto de ejemplares (unos 200) pasaron a la Biblioteca de Cuenca. Un último capítulo en la dispersión del rico fondo bibliográfico de la Biblioteca de Uclés se produjo entre 1896 y 1952, cuando el Archivo Histórico Nacional y la Biblioteca Nacional compartía sede en el Palacio de los Archivos y Bibliotecas de Recoletos. Entonces se produjo un intercambio de manuscritos entre ambas instituciones, pasando a la Biblioteca Nacional los manuscritos griegos y latinos de Uclés, así como la mayor parte de los incunables.
En el Convento de Santiago de Uclés se custodiaba el archivo general de la Orden de Santiago. Las primeras noticias de su existencia se remontan al siglo XIII. En el siglo XVIII el Consejo de las Órdenes encargó a Juan Antonio Fernández, notario y archivero del obispo de Tudela, la realización de un nuevo inventario de este archivo, que se puede utilizar hoy en el Archivo Histórico Nacional, gracias a la actuación de la Comisión de la Real Academia de la Historia encargada de recoger el Archivo de Uclés, que respetó su organización.
Monasterio de Santiago de Uclés (Cuenca, España)
Procedente de la Biblioteca del Monasterio de Uclés, esta obra forma parte de las 123 copias que han sobreviviado hasta nuestros días de las 600 que fueron publicadas. Obra financiada por el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros e impresa por Arnao Guillén de Brocar, iniciada en 1514 finalizada el 10 de Julio de 1517. Los trabajos comenzaron en 1502 bajo la dirección de Diego López de Zúñiga y se continuaron durante 15 años, participando entre otros, los conversos Alonso de Alcalá, Pablo Coronel y Alfonso de Zamora, que se encargarían de la parte hebrea y aramea; la parte griega la trabajaron el cretense Demetrio Ducas y Hernán Núñez de Toledo (el Pinciano) y Antonio de Nebrija, quien recibió el encargo de revisar La Vulgata. Sin embargo, el conjunto de la obra no se puso a la venta hasta 1522, debido al retraso en la concesión del privilegio papal de impresión y a la muerte del cardenal Cisneros en noviembre de 1517. Esta demora supuso, entre otras cosas, que la edición greco-latina del Nuevo Testamento efectuada por Erasmo de Rotterdam, en 1516, se convirtiera en la editio princeps, cuando en realidad el volumen V de la Políglota cisneriana era anterior. Con respecto a su difusión, tampoco tuvo fortuna la Políglota, porque muchos de los 60 ejemplares impresos (en papel, más otros seis en vitela) desaparecieron en un naufragio, rumbo a Italia. Es cierto que, pese a esta lamentable pérdida, hoy en día se conserva un número muy elevado de ejemplares en diferentes bibliotecas (dos de ellos, completos, en la Biblioteca del AHN). Y, por otro lado, tuvo una notable influencia en otros trabajos similares, como la Biblia Políglota de Amberes o Biblia Regia de Benito Arias Montano (1576).
Está compuesta por seis volúmenes. Los primeros cuatros contienen el Antiguo Testamento, el quinto las Escrituras Griegas y el sexto un Vocabularium Hebraicum atque Chaldai-cum y una gramática hebrea, es decir, el aparato crítico del Antiguo Testamento.
Desde el punto de vista tipográfico, la Biblia Políglota resulta de gran interés. Se trata, en palabras de los expertos, de uno de los monumentos tipográficos del siglo XVI y, al mismo tiempo, de un auténtico post-incunable ibérico, ya que, entre 1501 y 1520, realmente no se produjeron ni en España ni en Portugal cambios significativos en los procedimientos de impresión de los libros en relación al período incunable, de manera que la Biblia Complutense es representante máximo de los métodos artesanales propios de los talleres del siglo XV. Hay que tener en cuenta también, que para la impresión de la Políglota fue necesario diseñar y fundir ex professo una serie de tipos móviles.
La Biblia Políglota consta de seis tomos, que corresponden a las siguientes signaturas en el Archivo Histórico Nacional:
AHN. BIBLIOTECA,MO-00110
AHN. BIBLIOTECA,MO-00111
AHN. BIBLIOTECA,MO-00112
AHN. BIBLIOTECA,MO-00113
AHN. BIBLIOTECA,MO-00114
AHN. BIBLIOTECA,MO-00115
Este documento fue pre-seleccionado para LA CONSTRUCCIÓN DE EUROPA, DESDE CARLOMAGNO A LOS TRATADOS DE LA UE - MÁS DE 1000 AÑOS DE CONSTRUCCIÓN EUROPEA, exposición del proyecto "European Digital Treasures", financiado por el Programa Europa Creativa de la Unión Europea.