Alcance y Contenido:

El teniente general Antonio Barceló y Pont de la Terra (1717-1797) se destacó como corsario en el Mediterráneo, tanto que consiguió entrar en la Armada como teniente de navío en 1753. Su éxito en la construcción de barcos ligeros (jabeques y polacras) para combatir la piratería del norte de África y en su utilización como armada ordinaria del Mediterráneo le supusieron una carrera fulgurante, aunque no muy bien vista por la oficialidad de academia ya que todos sus ascensos lo fueron por sus ineludibles méritos de guerra. En 1779 fue nombrado comandante de la flota de asedio de Gibraltar, donde su experiencia en buques de pequeño tamaño y muy marineros le llevó a diseñar las primeras lanchas cañoneras de la historia: botes de casco reforzado con plancha de hierro, de mínimo bordo y con un solo cañón. Dichas lanchas fueron muy efectivas por su movilidad, por la poca superficie que ofrecían como blanco y por ser utilizadas fundamentalmente de noche; a diferencia de las plataformas flotantes del ingeniero francés D’Arçon, que fueron fácil blanco de la artillería británica.