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Lituania y Albania fueron algunos de los países que consiguieron o vieron confirmada su independencia tras el Tratado de Paz de Versalles. Lituania, ocupada por Alemania, declara su independencia el 16 de febrero de 1918, confirmada en 1921 tras una guerra con Polonia, en que perdió parte de su territorio y su capital Vilna.

El reconocimiento de dichos países como estados soberanos por parte de España y su inmediata comunicación a la legación en Berna, se enmarca dentro de la política exterior española en los años posteriores a la guerra, encaminada a desarrollar un papel relevante en la nueva Europa que se perfila tras los acuerdos de paz, y a conseguir un puesto permanente en el Consejo de la Sociedad de Naciones, establecida en Ginebra en 1920. Y ello tanto por cuestión de prestigio, como por los propios intereses nacionales en asuntos como el establecimiento en Tánger de un régimen internacional similar al de Danzig, las expectativas españolas sobre Gibraltar, o el efecto que el principio de autodeterminación, suscitado por el presidente norteamericano Wilson en toda Europa, pudiera tener sobre el independentismo catalán.

El telegrama se recibe desde París y está firmado por Emilio de Palacios Fau. En la política exterior para la integración de España en la Sociedad de Naciones destacó José María Quiñones de León, embajador español en París, y representante en el Consejo de la Sociedad desde 1920. Consiguió que la embajada fuese el primer enlace de comunicación entre Ginebra y Madrid. Dentro del Ministerio de Estado se creó en 1919 una Oficina de la Sociedad de Naciones, a cuyo frente estuvo Palacios, Subsecretario del Ministerio, en frecuente competencia con Quiñones de León, hasta 1926. El documento se encuentra en el fondo de la Embajada de España en Berna.