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Se trata de una carta portuguesa en la que se traza todo el perfil de la costa occidental de África comenzando desde una estrecha franja al suroeste de la Península Ibérica hasta superar el cabo de Buena Esperanza. Dibujada a doble cara, puede considerarse una única carta náutica con dos lados complementarios correspondientes al recto y al verso del documento. En el primero se dibuja la costa hasta aproximadamente la zona donde se encuentra el castillo de San Jorge da Mina, continuando al verso por el litoral de Guinea hasta el inicio del océano Índico.

La representación de la Isla de Santa Cruz, imprecisa pero con su propio nombre, en la cara A (recto) en alusión a la Tierra de la Vera Cruz, se relaciona con el viaje de la Segunda Armada portuguesa a las Indias que ocasionó el descubrimiento del Brasil por Pedro Álvares Cabral. Esto establece para los especialistas una datación no inferior a 1500 e inmediata al citado descubrimiento, probablemente entre mayo de 1500 y agosto de 1501, cuando Manuel I lo comunica a los Reyes Católicos. De ser así y no tratarse de una isla imaginaria, el portulano es coetáneo a la carta de Juan de la Cosa y se ejecutó en un momento de máxima tensión entre españoles y portugueses por el dominio del Atlántico.

La toponimia abunda en las zonas de control e influencia portuguesa, dejando el resto de la costa minuciosamente trazada pero prácticamente muda. En el recto solo se nombran 6 plazas importantes del litoral noroeste de Marruecos: Çalé (Salé), Anafé, Azamor, Casim, Mogador (Esauira) y C[ozola] mientras en el verso, los topónimos costeros se intensifican en el área de Guinea, señalando lugares de importancia secundaria pero frecuentados para el comercio de oro y esclavos, volviendo a desaparecer los nombres de lugar hasta un poco antes del cabo de Buena Esperanza.

Se representan las islas Madeira, Canarias, Cabo Verde, Fernando Poo, Santa Elena y Ascensión. En las tierras del interior hay 8 banderas portuguesas -una de ellas de la casa Avis- y 2 gallardetes musulmanes en cada uno de los lados señalando el dominio, prescindiendo de cualquier otra imagen, lo que concuerda con el carácter sobrio y práctico del portulano y con cierto grado de precipitación en su elaboración, visible especialmente al verso.

Sin data ni mención de autoridad.

El ejemplar es excepcional por lo atípico del área representada, el momento histórico en que se realizó, las peculiaridades de su factura y su hallazgo entre los documentos de una institución de la corona española.