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Cuando se produjo la quiebra del gran banco medieval barcelonés de Descaus y Olivella, en 1381, los funcionarios reales sintieron la necesidad de controlar cual era el estado de las relaciones económicas de la Corona con el citado banco, dado que la monarquía venía cerrando con este banco barcelonés algunas importantes operaciones de crédito desde 1378. Para hacerlo, exigieron al banco que presentase algunos de sus diarios y libros mayores. Se conservan por ello en esta división de fondo algunos de los diarios y libros mayores de aquel banco que nunca fueron devueltos, a los que se suman algunos libros aislados poco posteriores relativos a otros empréstitos pedidos por la monarquía a cambistas barceloneses.