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Josefa Medina justifica su reclamación contra los examinadores del colegio o arte de medicina y cirugía de Valencia quienes la multan con el pago de una pena argumentando que se trata de una gracia divina su habilidad para curar heridas o dolencias como el 'mal de rábia'. Habilidad que también ejercían su padre y abuela, que contaban con una real provisión hecha por el doctor Franciso Olzina (Auzina?) con fecha de 27 de mayo de 1580, del Real Consejo en la sala civil de Valencia, que permitía su ejercicio. Suplicando pues se le otorgue la misma licencia, porque aún siendo doncella y pobre, tiene derecho a la misma prerrogativa que se concedió a instancias de su abuela y así impedir que los  médicos y cirujanos agremiados no la molesten ni obstaculicen recibir el salario que la villa de Ontinyent le entrega.