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Informaba a su hermano de los tumultos producidos que provocó hasta el susto de su mujer [Elvira María de Toledo Osorio] temiendo por su vida, le cogió de vuelta al palacio, teniendo que refugiarse en el convento de San Francisco de México, en el que estaba oculto el virrey esta noche. Indicaba la ausencia de ministros de la Audiencia, con poca experiencia y blandura para castigar los delitos, algo común con sus antecesores y que logró cambiar desde su cargo, calificando a los ministros de inútiles, teniendo que tomar decisiones contra delincuentes en casos de robos y salteamientos. Tras el tumulto proponía el establecimiento de compañías militarizadas de batallones para aplicar justicia, mandando a la sala del crimen de la Audiencia de Nueva España, algunos cambios, ya que se pusieron en libertad a reos o destierros, con poca autoridad de la justicia. Justificaba los tumultos de los indios y más pobres a la blandura de la justicia en la Ciudad de México y Veracruz, empezando con la protesta de los indios en la venta de maíces en la alhóndiga y actuaron los oidores encargando la superintendencia de dichos granos sin más, recibiendo amenazas de muerte el virrey y toda su familia, consultando con el rey las medidas a tomar en temas militares, de Gobierno y de Hacienda.