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Carta de los oficiales reales de Filipinas: Guido de Lavezaris, Andrés Cauchela, Andrés de Mirandaola y Salvador de Aldave, sobre el estado de la tierra. Ataque del corsario chino Limajon a Manila en 1574, quien arrasó la ciudad matando al maestre de campo Martín de Goiti y a otros españoles; se retiró a sus navíos y después volvió a echar gente en tierra, llegando entonces el capitán Juan de Salcedo con refuerzos y obligando a los chinos a retirarse de nuevo, pero éstos incendiaron toda la ciudad. Limajon se refugió y fortaleció a 40 leguas de Manila, a donde fue Salcedo, nombrado maestre de campo, con 300 soldados y 2000 indios amigos. Le quemó toda su armada y le cercó durante seis meses, pero el chino escapó del fuerte por el río, con unos barcos que había construido dentro. Todo había quedado arrasado, por lo que piden que se les envíe socorro de gente, armas y municiones. Durante el cerco de Limajon llegaron dos navíos de China en su busca, regresando a su reino con dos frailes, Martín de Rada y Jerónimo de Mendoza (sic por Marín), y los hidalgos Pedro Sarmiento y Miguel de Luarca. Los españoles fueron bien tratados y estuvieron en una ciudad llamada Ochiu. Trajeron una relación sobre la grandeza de aquella tierra y el gobernador Sande volvió a enviar a ese reino a fray Martín de Rada y fray Agustín de Alburquerque, para ver si se podía negociar una entrada e iniciar la conversión de aquellos infieles. Se quejan de la vejación que les ha hecho el gobernador Sande al tomarles las cuentas, y protestan por la orden que da S.M. de que se les quiten los indios que les encomendó Guido de Lavezaris. Avisan de la pérdida del navío Espíritu Santo en una isleta cerca de Manila, sin salvarse nadie, y de que aún no han vuelto los que fueron a descubrir minas. Piden que se les paguen sus salarios. Por triplicado. (Cat. 1966).