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Real Cédula al presidente y oidores de la Audiencia de Manila, participándoles la queja proferida por el arzobispo de aquella metropolitana, por el despacho de una provisión en la que le encargaban la observancia de la ley en la aplicación de las multas impuestas por los juzgados eclesiásticos, sin haber comprobado antes que durante su gobierno no se había impuesto multa alguna en su juzgado, por lo que se les ordena que en adelante procedan con el conocimiento que corresponde a semejantes casos.