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Contiene escrituras y otros documentos relativos a una de las casas que Gonzalo Pérez, padre de Antonio Pérez, poseía en Madrid, y a la casa de campo que el secretario se hizo construir a las afueras de la ciudad con el nombre de "La Casilla".
Parece que Antonio Pérez, al morir su padre en 1566, vivía en una casa que le había cedido Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli, en el barrio de San Juan. En 1575 alquiló a Juan Arias Portocarrero, conde de Puñoenrostro, unas casas en la Parroquia de San Justo, donde vivió hasta su prisión. En septiembre de 1584 le alquiló otras casas anejas separadas por un estrecho callejón de la Iglesia de San Justo. Probablemente este nuevo alquiler tuvo que ver con que un mes antes se había iniciado el proceso secreto por la muerte de Escobedo y Pérez, temiendo la condena, tomó las habitaciones que caían sobre la iglesia con la idea de acogerse al asilo sagrado, como luego efectivamente hizo. Esta casa de la plaza del Cordón fue su despacho y residencia oficial, pero su casa de recreo y la que más escándalos generó en la Corte, por el lujo de su interior fue "La Casilla", en la parroquia de San Sebastián. Entre la documentación encontramos la licencia para edificarla y la compra de solares a Catalina López.
En 1581, para evitar el embargo ante una posible condena, Pérez vendió la casa de campo, con todas sus tierras y cuadros, al genovés Baltasar Cataño. Con los 24.000 ducados que obtenía de la venta pretendía comprarle a Cataño la villa y vasallos de Pareja (Guadalajara), si el rey a su vez se la vendía al genovés en compensación de una deuda con la Hacienda Real.
Sin embargo Felipe II no accedió a la venta por lo que el secretario acordó con Cataño que traspasase la propiedad a la princesa de Éboli, presa en Pastrana (Guadalajara). Ella pagaría a Antonio a través de un censo que impuso a su favor sobre las rentas del estado de Melito en Italia. De esta manera Antonio Pérez ponía a savo su capital de la persecución.
En julio de 1591, estando Pérez en Aragón, se dictó la sentencia contra él. Sus bienes quedaron embargados y, entre ellos, "La Casilla", donde Felipe II fundó el Convento de Santa Isabel.