Pleito de Pedro Segundo García Jiménez, caballero de la orden de San Juan y regidor perpetuo de Toledo, y su mujer María Joaquina García Rada, contra sus convecinas María Morales, natural de Navalmoral de Pusa y sirvienta en casa de Pedro Mocarte, músico de voz en la Catedral de Toledo, y Francisca Sánchez Serrano, esposa del oficial de sastre Francisco Arias, natural de Cuerva, por haber robado diversos objetos, telas y alhajas por valor de 1.000 pesos de su casa en Lillo, en la que había prestado servicio como criada la primera y ejercía como guardesa la segunda, y contra sus convecinos Isabel Ron, Juan de Huecas, oficial sastre, Nicolás Alvarez, maestro calderero, Tomás Angulo, artífice platero, Francisco Arenas, artífice platero natural de Alcabón (Toledo), Justo Verdugo, natural de Bargas y oficial de Francisco Arenas, por haber comprado los objetos robados
SALAS DE LO CRIMINAL,CAJA 146,1/148,1
1805 - 1810
Unidad Documental Compuesta
ES.47186.ARCHV//SALAS DE LO CRIMINAL,CAJA 146,1/148,1
Archivo de la Real Chancillería de Valladolid Real Audiencia y Chancillería de Valladolid Salas de lo Criminal Escribanía de Liébana Mancebo Pleitos olvidados de la escribanía de Liébana Mancebo
Real Audiencia y Chancillería de Valladolid (España). Salas de lo Criminal. Escribanía de Liébana Mancebo
El robo fue descubierto el 17 de abril de 1805, dándose la acusado en Toledo el 2 de mayo de 1805
El querellante apela de las actuaciones en Toledo ante la Chancillería de Valladoldi, donde por auto de 18 de junio de 1805 se ordena remitir un traslado de los autos en primera instancia.
Los plateros y caldereros acusados acuden al Consejo, desde donde se envían cartas órdenes al corregidor de Toledo (pieza 1, folios 301, 306, 313 y 318). Finalmente la justicia local dicta sentencia el 4 de septiembre de 1810, la cual es consultada a la Chancillería de Valladolid antes de su notificación a las partes (pieza 3, folio 399 a 402)
Algunos objetos robados fueron entregados bajo secreto de confesión al superior de los Carmelitas Descalzos de Toledo que los devolvió al querellante.
Pleito olvidado. Escribano Agustín de Pedrosa Abad
Bueno