Tratado de Londres de 28 de agosto de 1604 de paz entre España e Inglaterra.
1599-10-sd - 1607-01-04
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En 1603, España e Inglaterra llevan casi 20 años en guerra, con enormes pérdidas para ambos países. Quitando dos victorias inglesas en los primeros momentos de la guerra (la expedición de Drake de 1587 y la de la Armada Invencible), las sucesivas confrontaciones se contaban en victorias españolas. En 1589 la Armada Inglesa fue repelida en la costa de Portugal, con grandes pérdidas. Miles de soldados ingleses habían sido enviados a Francia y Flandes para luchar contra las tropas españolas, prácticamente sin éxito. Un levantamiento católico en Irlanda, apoyado ocasionalmente por España, desangraba a Inglaterra de hombres, dinero y moral (Guerra de los Nueve Años). El tesoro inglés estaba agotado por la guerra, décadas de suministrar fondos a los rebeldes protestantes en Francia y Flandes, y problemas sanitarios (la peste) y alimentarios (malas cosechas).
Añadido a esto, los esfuerzos españoles para defender la Flota de Indias habían resultado exitosos: John Hawkins y Francis Drake murieron en 1595 en un desastroso ataque a Puerto Rico. En 1596, Cádiz fue atacada de nuevo por una flota combinada anglo-holandesa, lo que causó enormes daños en la ciudad, aunque los atacantes no pudieron llevarse el tesoro de la Flota de Indias. Otros ataques marítimos ingleses, como el intento de toma de las Azores en 1597, sólo cosecharon fracasos.
La situación en España tampoco era demasiado buena, tras décadas de guerra con los rebeldes holandeses, Francia, Inglaterra, y el Imperio Otomano, unido al coste de mantener el ejército profesional, la marina, y la defensa de un imperio extendido por cuatro continentes. La situación fue agravada por una epidemia de peste en Castilla.
Tras la muerte de Isabel I de Inglaterra en 1603, su sucesor Jacobo I de Inglaterra impone una política menos belicosa, suspendiendo las hostilidades con España. La promesa de Jacobo I de Inglaterra de no intervenir en los asuntos continentales fue suficiente para Felipe III para firmar la paz. A cambio, España renunciaba a nombrar un rey católico para la corona de Inglaterra.
Según las condiciones del tratado, Inglaterra renunciaba a prestar ningún tipo de ayuda a los Países Bajos, abría el Canal de la Mancha al transporte marítimo español, prohibía a sus súbditos llevar mercancías de España a Holanda o viceversa, y prometía suspender las actividades de los piratas en el Océano Atlántico. A cambio, España concedía facilidades al comercio inglés en las Indias españolas.
La renuncia de Inglaterra a continuar ayudando a los rebeldes holandeses fue la base de la tregua de 1609. Inglaterra y España continuaron en paz hasta 1624.
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