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Real Cédula a [Francisco Fernández de la Cueva], duque de Alburquerque, virrey de Nueva España, comunicándole que habiendo sido informado por la Audiencia de Guadalajara, por el obispo, los cabildos secular y eclesiástico y los prelados de las religiones de aquella ciudad, en cartas de 20, 21, 23, 24 y 29 de noviembre y de 1 y 2 de diciembre de 1701, sobre la mala forma en que se administra el Hospital Real de San Miguel y la falta de asistencia y cuidado con los enfermos, por estar a cargo de esclavos negros y mulatos y la dificultad de su remedio por no atreverse los enfermos a dar sus quejas al ministro de la Audiencia que hace la funciones de protector; asimismo, que los sueldos de los asistentes importaban tanto como el gasto de la curación de los enfermos; que la renta anual de este Hospital era de 6.000 pesos, más o menos, además de unos réditos de censos de otros 600 pesos, y que uno y otro no alcanzan para reparar su fábrica, que amenaza ruina, ni a labrar una capilla que necesitaba. Por estas razones, la Audiencia consideró conveniente que, bajo las reglas del Real Patronato, se entregase este Hospital a los religiosos bethlemitas, como se había hecho en otros en Perú, idea que fue apoyada por el obispo, cabildos y prelados por lo que el 1 de agosto de 1703 se mandó Cédula para que dicho Hospital se encargase a los religiosos de San Juan de Dios o a los de San Hipólito bajo las reglas del Real Patronato, debiendo elegir el virrey la Orden que considerase más conveniente, previo acuerdo con la Audiencia de Guadalajara. Nuevas cartas de la Audiencia y de los cabildos secular y eclesiástico de Guadalajara de 16, 17 y 18 de septiembre de 1704, repiten lo ya representado sobre esta materia, apoyando la idea que se encargase a los betlehemitas e informando que la Audiencia había solicitado al prefecto general de esta religión cuatro o cinco religiosos que asistiesen a los enfermos. Visto en el Consejo de Indias, se ordena que, sin embargo de lo mandado por despacho de 1 de agosto de 1703 sobre la posibilidad de elegir entre las religiones de San Juan de Dios o de San Hipólito para la entrega del Hospital de San Miguel, se pueda elegir también la de los bethlemitas, porque se consideraba que dicha Orden se dedicaba solamente a la asistencia a los convalecientes y ahora se ha visto que también ejercen la cura de enfermos y de enfermedades contagiosas, debiendo el virrey encargar el Hospital a la que juzgue más a propósito para su mejor administración y más puntual asistencia y curación de los enfermos.

Nota al margen: "Con duplicado"; "Corregido"