Carta de Francisco María Piccolo, de la Compañía de Jesús, al procurador de la misma Juan Manuel de Basaldúa
GUADALAJARA,233,L.10,F.365R-373V
Anterior a 1719-07-06
Unidad Documental Simple
ES.41091.AGI/22//GUADALAJARA,233,L.10,F.365R-373V
Archivo General de Indias
Gobierno
Audiencia de Guadalajara
Consejo: ''Reales Despachos''
Registros de oficio
Registro: Nueva Galicia
Consejo de Indias (España)
Copia de una carta del padre Francisco María Píccolo, de la Compañía de Jesús, misionero en la provincia de las Californias, a Juan Manuel de Basaldúa, padre rector y procurador de dicha Compañía, datada en Santa Rosalía [de Mulegé]el 10 de enero de 1717, en la que informa de forma detallada el itinerario de la entrada y descubrimiento que hizo siguiendo una ruta hacia el norte, debido a las instancias y correos que había recibido de los indios guanasca. Describe salida con 6 mulas, 2 muchachos y 3 soldados, describiendo su de forma su itinerario y aportando detallada información de interés etnográfico. El recorrido se hizo saliendo el día 13 de noviembre [de 1716] hasta el día 19 de dicho mes, en que entraron en el valle donde empieza la cabeza del río, pasando por San Marcos, la playa de Amuná, y divesas rancherías de indios como Santa Águeda, Santa Lucía y Santa Ninfa, ya cerca del río. Detalla la fertilidad del paisaje en el valle del río y la pérdida de dos caballos ahogados en una laguna además del su paje, el indio Sebastián Martín, que pereció ahogado intentado salvar el caballo del padre Piccolo. Refiere que concurrieron indios de 18 rancherías, con regalos, y se dio lugar al establecimiento de una capilla de ramas, empezó las primeras pláticas refiriéndoles el fin de su venida a lo que los indios principales le respondieron que no habñian traido a las mujeres porque no sabían para que habían sido llamadoa. Entregó las varas de capitanes a los principales y a cada capitán su frazada y braguero. Vinieron tres rancherías de las del río con algunas mujeres que trajeron a sus hijos para que los bautizase y bautizó a unos 50 niños, entre ellos tres enfermos y el hijo de un indio llamadó José, en la actualidad fiscal y vaquero. Se cantó misa con toda la solemnidad posible el día de la Presentación y se inició un novenario a la Virgen, cantando sus letanías todos los días. A la muchedumbre que vino se les repartió maíz y trigo para sembrar, lo poco que había quedado después de haberse mojado los bastimentos y, para dos rancherías se hacían dos cazos de pozole para mediodia y dos de atole para la tarde, lo que era poca comida, estando con el la muchedumbre de indios durante cuatro días, y se fueron despidiendo por el frío y por hambre. Durante este tiempo el padre Piccolo tomó nombre de las rancherías de los indios y de todas las que faltaban pertenecientes a dicha jurisdicción, que según los indios eran unas 50, comunicándole que eran muchas personas y que el gran número de ellas se encontraban río arriba, y nombraron una ranchería llamada Temamadda, donde viviá su capitán, llamado Yegui, que fue descrito por el indio José como "virrey de esa tierra". Procedentes de esta ranchería llegaban cada día cierto número de indios, habiendo logrado finalmente celebrar un encuentro con el jefe, describiendo los mutuos regalos que se hicieron, justificando el indio su tardanza en llegar por haberse visto obligado a pelear contra indios que prohibían comer pitahayas en las playas y vertientes del río Raelmes (sic) de los Ángeles, haciéndole ver que su pueblo quería conocerle. Le manifestó también que hacía mucho tiempo que había querido ir a verle a Mulegé, pero que su gente se lo impidió pensando que le habían de matar, manifestándole que su gente deseaban tener padre, excusándose también el padre Piccolo por no poderle dar más bastimentos porque se había perdido en cuando los caballos cayeron al río. Le llevó a sembrar trigo en el río, describiéndole el indio que su tierra era estaba húmeda como aquélla, pero no era tanta, y que eran buenas tierras. Después de la entrevista le pidió trigo para sembrar en su tierra y se despidió con gusto y agrado, con su bastón de capitán general que le dio en nombre del rey. Fueron con él José de Altamirano y Juan de Villalobos, guiados hasta la playa del Mar del Sur, caminaron 11 leguas río abajo y comprobaron que el río no desembocaba en la playa sino que discurría por el valle, formando 14 lagunas, de aguas dulce y salada en una distancia de 6 leguas. Describe el padre Piccolo la calidad y fertilidad de la tierra, las plantas, los lugares para la siembra, las plantas que usan los indios para su alimentación y el lugar donde podría establecerse la misión. Refiere que las muchas supersticiones y creencias que tienen son las comunes a todas las naciones indias. Le sorprendió ver cantidad de caminos limpios, anchos y largos, y una choza al final de ellos, donde se celebraba la fiesta "de las pieles de los venados", llamada por ellos "cavet", que describe detalladamente, incluida la vestimenta y adornos de las mujeres. Refiere que ha encontrado a la gente muy dispuesta para cibir la fe y que todo les parece bueno. Llama a este lugar del río paraje de San Vicente Ferrer y se asombra de la cantidad de caminos que tiene, siendo el más corto de San Marcos a Mulegé de dos días, pero era muy cerrado con espinas y montes. Estuvieron en el río 11 días y se lamenta por no ser el elegido para evangelizar a estos indios y del atraso que supone para California la pérdida del navío "Guadalupe". Remite un regalo de medias y calcetas que le hicieron, que remite por medio del hermano Jaime y declara haber recibido una carta de Jerónimo Palermo, quien le dejó unas plantas (rosales, membrillos) que pide le sean remitidas junto con limones y naranjos, mencionando también la existencia de otra carta que escribió al padre visitador de Sonora, solicitándole que le provea de carne seca para el año.
La carta fue remitida con el despacho registrado en Guadalajara,233, L.10, Fol.352 recto.