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Cristóbal Carci otorgó testamento en Veracruz, el 7 de agosto de 1818, falleciendo al día siguiente, soltero. Dejó sus bienes a dos hijos naturales, Ramona Laurel y José Morales, y a sus dos albaceas, José Gutierrez Crespí y José Grau.

En 1821 José Grau, tras un infructuoso acto de conciliación, reclama al sobrino de Cristóbal las cantidades que éste le envió antes de su muerte mediante letras de cambio sobre Londres, al objeto de crear un establecimiento para que se ganara la vida en la Península a su regreso de América su otro sobrino y hermano de José, Juan Carci. Juan Grau demanda a José Carci en el tribunal de Comercio, pero, resuelto conflicto de competencias, el pleito se ve en el Juzgado Real Ordinario de Vilanova i la Geltrú (folios 1-177) hasta abril de 1824, en que se remiten los autos a la Real Audiencia en cumplimiento de letras inhibitorias de ésta.

En 1829, José Carci otorga poderes a favor de su cuñado José Illa Ramona, vecino de La Habana, para pasar a Veracruz y sacar de los libros y papales que dejó el difunto Cristóbal Carsi en poder de José Gutierrez Crespí, el segundo albacea, las compulsas que considere oportuno para cumplimentar las providencias de la Real Audiencia del principado de Cataluña. Incluye las diligencias efectuadas en febrero de 1830 en Veracruz por Arcadio Lamas, procurador sustituto de José Illa (folios 272-325, olim 1-1-42 y s/n, y refoliados más tarde como 463-516). Se constata que Cristóbal otorgó testamento, y en el mencionaba a su madre Teresa, aunque en su partida de bautismo figura como hijo de Francisca Raventós.

Continúa la causa en distintas instancias, y en enero de 1834 José Grau apela al Consejo de Castilla. En 1842, el Tribunal Supremo remite la causa a la Audiencia Territorial de Barcelona, con real provisión de 15 octubre (folios 651-704)

Sigue, finalmente, la "Copia auténtica mandada con Real Auto de 2 junio 1834", que son las diligencias obradas en la Real Audiencia de Cataluña en 1834 para remisión de los Autos al Consejo.