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 En 1766 los Cónsules del Real Consulado del Mar de Barcelona ordenaron la apertura de un libro registro para las Protestas Marítimas. La diligencia de apertura del primer libro se expresa con estas palabras: Registro primero de las protestas marítimas que harán los capitanes y patrones de navíos y demás buques por razón de los contratiempos padecidos en sus viages, formado de orden de su Señoría los Señores [...], Cónsules por S.M. de este Real Consulado.   

Las protestas toman la forma de actas notariales autorizadas por el escribano del Tribunal, quien firma al fin de cada una. Según el tipo de letra, no alargan más de 2-30 líneas. En ellas, el capitán o patrono, después de expresar su identidad, la del navío, carga, puerto de salida y trayecto previsto, manifiesta haber sufrido alguna clase de percance; y por tener sospecha -según se lee en la primera de las actas de protesta registrada- de que dicho cargo [=carga] se habrá dampnificado por razón del contratiempo que ha tenido en su viage, dixo que quería protestar y protestava contra el mar, vientos, mal tiempo y demás lícito protestar, y que quería hazer y hazía la presente protesta para que le sirva de testimonial.

Desde 1766 hasta la extinción del Tribunal de Comercio, en 1868, se formaron 33 volúmenes de actas de protesta, que constituyen la Serie 4 de volúmenes del Tribunal de Comercio y tribunales precedentes.